Page 33 - Influencia de las mujeres en la formación del alma americana
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32 32  INFLUENCIA DE LAS MUJERES EN LA FORMACIÓN DEL ALMA AMERICANA

          y de encomiendas que le había otorgado por sus servicios el gober-
          nador Velásquez, simpático, apuesto, de plática expresiva y agra-
          ciada, “muy franco en las riquezas que dar”, como dice el cronista,
          Cortés consiguió a menudo junto con el amor de doncellas, viudas
          y casadas más de una estocada que ocultaba después bajo la sombra
          de su barba negra. Establecido en Cuba en la ciudad de Baracoa,
          “debido a los ardores de su corazón y a los ardores del clima”, dice
          otra vez el cronista, Cortés fue cercado en una iglesia y preso largos
          meses por haber dado y no cumplido palabra de matrimonio a Cata-
          lina Juárez, granadina pobre de humilde origen y no muy buena
          fama. Obtenida la libertad después de muchas peripecias, casado
          con su granadina pobre, aseguraba alegremente, ser más feliz con
          ella que si fuera hija de duquesa.
             Tal era el Hernán Cortés generoso, galante y enamorado que
          conoció doña Marina, cuando algún tiempo después, emprendida
          la Conquista de México unos caciques del pueblo de Tabasco se la
          llevaron de regalo al propio Cortés. “Junto con cuatro lagartijas,
          unas mantas, cinco ánades, dos suelas de oro y algunas otras cosillas
          de poco valor”, dice Bernal Díaz de Castillo, y terminada la lista de
          los regalos añade: “Después de convertida se le puso por nombre
          doña Marina a aquella india y señora que allí nos regalaron. Era
          verdaderamente gran cacica e hija de grandes caciques y señora de
          vasallos. Bien se le veía en su persona que era de buen parecer, entro-
          metida y desenvuelta. Fue excelente mujer la doña Marina, buena
          lengua y buen principio para nuestra conquista por cuya causa
          Cortés la traía siempre consigo”.
             Vendida como esclava por su madre y su padrastro quienes la
          dieron de noche a unos indios forasteros para usurpar su cacicazgo
          y su herencia. Doña Marina había pasado por diversas manos y
          diversas ciudades. Pudo aprender así durante su vida errante, junto
          con el don de adaptarse, las costumbres, aspiraciones, rivalidades e
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