Page 32 - Influencia de las mujeres en la formación del alma americana
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por el mismo Bernal Díaz quien con tanto cariño la trata. Se dejan
de contar porque los ahoga el tumulto de las acciones militares.
Son cuentecillos que no convienen a la pompa oficial de la historia
cuyo campo de acción se extiende con preferencia sobre escenas
de destrucción y de muerte. La concordia, obra casi siempre de
mujeres, es anónima; carece de elementos trágicos; no ofrece mate-
rial para hacer epopeyas y la felicidad que es poco brillante, no se
perpetúa en los libros, sino en los hijos, en la fusión fraternal de
las razas y en la bondad humilde de la costumbre que va limando las
asperezas de la vida hasta hacerla sonriente y grata.
Hernán Cortés había sido un donjuán. Antes de emprender
la Conquista de México, tenía ya hechas numerosas y soñadas
conquistas de amor. Nacido en Medellín de Extremaduras, fue
enviado por su padre a estudiar a Salamanca. En lugar de entre-
garse a la retórica, el griego, la filosofía y el latín (que enseñaban los
humanistas de entonces Nebrija, Pedro Mártir y Lucio Marineo),
Cortés, adolescente y estudiante, prefería a la monotonía de los
temas latinos el componer coplas y redondillas que iba a cantar
alegremente bajo los balcones y ventanas de las salamanquinas.
Una noche, escalando una tapia por alcanzar un balcón, la tapia se
derrumbó y Cortés herido tuvo que guardar cama durante varios
días con el correspondiente escándalo de la ciudad y desesperación
de su padre, el modesto escudero don Martín Cortés. Convencido
de que a las rosas del saber, su hijo preferiría siempre las flores silves-
tres y del amor en los azares de la vida picaresca, luego de darle su bendi-
ción y una bolsa, que contenía más reales de vellón, que castellanos de
oro, don Martín hizo embarcar a su hijo Hernando en una expe-
dición que salía de Sanlúcar de Barrameda hacia las Indias Occi-
dentales. Hernán Cortés tenía diecinueve años. Primero en Santo
Domingo, más tarde en Cuba, las dos colonias nacientes, la vida
de Cortés sigue un tejido de aventuras amorosas. Dueño de tierras