Page 26 - Influencia de las mujeres en la formación del alma americana
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Teresa de la Parra  25 25

           Considerando las diversas expresiones, vi que cada una, encerraba
           por oposición con las otras, una fórmula de disgregación. Pensé al
           azar en el poder de las palabras determinando los hechos, pensé en

           la dulce intimidad de las cosas con sus nombres y pensé (por fin)
           en que nuestra hermosa patria anónima, tan extensa, tan diversa
           y tan milagrosamente semejante sin haber tenido para el misterio
           de la semejanza ni brazos de cercanía ni la mesa paternal de un solo
           nombre iba quedándose ahora relegada al rango de expósita sin
           apellido y con mucho peligro de perder la hacienda. Resolví, por lo
           tanto, suprimir todo nombre compuesto y decir “alma americana”
           con sonrisa de amor, segura de que todos han de comprenderme.
              Yo creo que mientras los políticos, los militares, los periodistas y
           los historiadores pasan la vida poniendo etiquetas de antagonismos
           sobre las cosas, los jóvenes, el pueblo y sobre todo las mujeres, que
           somos numerosas y muy desordenadas, nos encargamos de barajar

           las etiquetas estableciendo de nuevo la cordial confusión. Me refiero
           especialmente al molesto antagonismo, obra de la imprenta y no
           de la lengua viva que ha venido a oponer el indoamericanismo al
           hispanoamericanismo. Yo no quiero hablar aquí de la maldad que
           encierran estas dos fórmulas enfrentadas como dos teas de discordia
           dentro de la misma casa: de un lado, el inhumano desdén del blanco
           ininteligente e insensible que se cree todavía dueño y señor; del otro
           lado, el indianismo romántico, el odio sordo del mestizo hacia la
           raza intrusa, el odio que espolea diariamente la divulgada e injusta
           versión de la Conquista española a sangre y fuego: ¡como si solo
           de destrucción se tratara, como si la Conquista de América fuese
           un caso aislado en la historia del mundo y no la eterna y odiosa
           ley de todas las guerras y de todas las invasiones! Sobre este tema
           se ha discutido ya mucho sacando siempre a colación muy impor-
           tunamente al excelente y exaltado padre Las Casas. Yo creo que el
           padre Las Casas fue un apóstol y un santo. Supo condenar con valor
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