Page 25 - Influencia de las mujeres en la formación del alma americana
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24 24  INFLUENCIA DE LAS MUJERES EN LA FORMACIÓN DEL ALMA AMERICANA

          días del matrimonio comienza el drama de la incomprensión. Por
          un lado, el dueño vulgar y despótico; por otro, el desdén silencioso
          de la que se siente mil veces superior y se ve esclava, como conse-
          cuencia: el odio mutuo, mezclado aún de pasión, el divorcio y por

          fin un día en una de las entrevistas del proceso, el marido la asesina
          y se mata, único medio de someterla a ella y de saciar él su sed de
          dominio.
             Gabriela Mistral, pobre, nacida en un medio honrado y
          modesto, sin convencionalismos mundanos, trabaja casi desde
          niña. Su trabajo y su fe de buena cristiana le va mostrando, al correr
          de los días, nuevos ideales que ella humaniza y adapta a las necesi-
          dades reales de la vida y ahí va por el mundo, sufriendo y luchando
          en su obra de apóstol, socialista, católica, defensora de la libertad y
          del espíritu noble de la raza.
             Ella con su voz autorizada les hablará quizás del feminismo justo
          y ya indispensable. Yo, entretanto, si ustedes me lo permiten, ya es

          hora, me voy a buscar a mis mujeres abnegadas, o sea, “La influencia

          de las mujeres en la formación del alma americana”. Confieso que la

          redacción de este título me ha costado mucha reflexión, numerosas
          discusiones conmigo misma y en general todas las crueles zozobras
          con que suele atormentarnos el dilema de una expresión, que para
          ganar claridad, ha de perder elegancia. Ignoraba si sería correcto e
          ignoraba sobre todo si sonaría bien en oídos colombianos el decir
          “alma americana” en lugar de: alma latinoamericana, iberoameri-
          cana, hispanoamericana, indoamericana o indohispanoamericana.
          Ninguna de estas combinaciones me parecía grata ni en el fondo,
          ni en la forma. No tienen ligereza, no tienen alas, no tienen gracia.
          Suenan, no sé por qué, a esnobismo criollo naturalizado en el extran-
          jero, origen de algunos bienes, pero de muchos males y de muchos
          pecados contra el buen gusto. Por otro lado, el hecho de poseer
          tantas y tan diversas fuentes bautismales me pareció tristísimo.
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