Page 84 - Guanipa-Endenantico
P. 84
Guanipa Endenantico
la mirada, el Mio Cid y sor Juana Inés de la Cruz, el miedo y la
pregunta, la colecta y la fiesta, la chuleta y la oración al santo
que la oculta, la lluvia y el abrazo, la mano entre la mano. La
calzada y su silencio y el árbol amigo y cómplice que jamás te
delató y todavía, cuando ya puede hablar, no se sabe por qué
sigue guardando tus secretos.
Es un pedazo de la vida y sin duda, no el más grande,
pero sí el más feliz, desinteresado y bello. Mi liceo lleva el
nombre de un general de la Independencia, Pedro Briceño
Méndez, edecán del Libertador Simón Bolívar. Así nos lo en-
señaron y para hacerle una estatua al héroe epónimo, hici-
mos batidas, rifas y torneos que alcanzaban para el busto del
prócer y la fiesta semanal. Bien lo sabían los profesores Arias
Reyes, Benigno Guilarte, Edgar Sánchez, en fin, todos. El Tigre
entonces empezaba a sembrar su petróleo en los surcos del
maní. La mejor siembra, sin embargo, la hacía el liceo Briceño
Méndez. Y legiones de profesionales, civiles y militares, rega-
dos por toda Venezuela, dicen que lo hizo bien el labrador y
eran buenas la mano y la semilla.
Una tardecita me llama Alexis Moya, médico- pediatra
y presidente de la fundación de Amigos y ex Alumnos, para
recordarme que en mayo próximo Liceo Briceño Méndez
cumple 50 años y quiere que todos los que pasamos por sus
aulas estemos presentes. No es fácil ubicar a tanta gente pero
si usted, compañero briceñomendino, lee esta crónica, sepa que
lo andamos buscando y no se dé por invitado porque usted es
84