Page 83 - Guanipa-Endenantico
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Earle Herrera














            EL LICEO SE LLAMA BRICEÑO MÉNDEZ


            El liceo es la adolescencia y, cuando esta se aleja, es una nos-

            talgia y un refugio, el lugar al que siempre se retorna. Es el
            amor platónico entre tubos de ensayo y el corazón despren-
            diéndose en una mirada como el hidrógeno del agua. Es el
            timbre puntual que te rescataba de la complejidad de una
            ecuación cuando ya estabas al borde del abismo de un inte-

            rrogatorio relámpago. Es la primera vez de la vida, el ama-
            necer oscurito y la noche bajo un faro de la plaza cuando
            la madrugada y la calle eran buenas para estudiar. Es, para

            mí, la cancha de atletismo y la voz de Rosita y Juan Facendo
            insuflando sueños de laureles y medallas, allá, entre el cielo
            y la tierra de horizonte anillado de horizontes de la Mesa de
            Guanipa.


                  Es también una ficción, en un poema de Ramón Ordaz
            o Néstor Rojas, en los relatos más allá de las cabrias de Benito
            Irady o, quizás, en un cuento que escribí, aquel sábado que
            nunca llegó, cuando detrás de cada puerta escuché el silencio.

            Es igual un sentimiento de impagable deuda y gratitud hacia
            todos aquellos profesores que de ellos nos dieron tanto y mu-
            cho. Es el guijarro y el cristal, el grito y la protesta, el pupitre y


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