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Earle Herrera
LA PISTOLA Y LA REINA
A las 5 de la tarde el liceo adquiere un aire de despedida y
hasta mañana. En el espacio central que funge de auditorio,
se me acerca el presidente del Centro de Estudiantes, mili-
tante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR),
un desprendimiento izquierdista del partido de gobierno,
Acción Democrática.
–Quiero que me guardes algo –me dice, con una serie-
dad demasiado solemne para nuestra edad, cercana a los 16
años.
Sin mirar el sobre manila que me entrega, al pal-
parlo sé que tiene un arma en su interior. El MIR, al
igual que el Partido Comunista de Venezuela (PCV),
había tomado la vía de la lucha armada y El Tigre, con
su aguerrido sindicato petrolero, y su no menos com-
bativo Liceo Briceño Méndez, tejía ya fama de pueblo
subversivo.
–Es una 22 –disparó tajante.
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