Page 80 - Guanipa-Endenantico
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Guanipa Endenantico
No me preguntó si se la podía guardar ni nada pare-
cido. Sencillamente me la entregó, me dio una palmadita y
caminó hacia un grupo de muchachas, con su uniforme de
kaki, media camisa por fuera, algo reprendido por la severidad
profesoral. Las chicas lo recibieron entre risas y bromas –era
el dirigente–, a las que se sumó con una naturalidad que me
hizo murmurar:
–Es un tipo es fresco.
Con mi explosiva encomienda bajo el brazo, tampoco
yo podía salir del liceo con esa arma. Tenía que pasar por el
sindicato petrolero a llevar un mensaje y su local permanecía
vigilado por los cuerpos policiales, después de la última bala-
cera entre adecos, comunistas y miristas. Miré a mí alrededor
y sentada en las escaleras que suben a la dirección vi a Migda,
estudiante de 4.º año, revisando su bello rostro en el espejo de
una polvera. Me le acerqué y me senté a su lado. El año anterior
había resultado reina de las fiestas patronales de San José de
Guanipa por elección popular. Yo me convertí en su caballero
de honor no por mi cara de príncipe, sino por haber sido su
promotor, jefe de campaña y recolector de las finanzas que
costearían su reinado de tres días en El Tigrito, cuyo excelso
patrono es San José. Y además, yo soy José. Earle José, aunque
Migda no era María, ni hija de esa cofradía.
Bella e ingenua, hizo su primaria en un colegio de
monjas, el Divino Maestro. Yo era miembro de la Juventud
Católica, lo que no me impedía que me reuniera con la
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