Page 81 - Guanipa-Endenantico
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Earle Herrera
juventud marxista leninista del MIR, por convocatoria de
nuestro entonces joven dirigente, Carlos Urrieta, un simpá-
tico y persuasivo ateo militante a quien Dios debe tener en
su gloria. No sé si él era una ficha del MIR, pero sí que era el
cuadro de confianza en El Tigre y El Tigrito del máximo di-
rigente de esa organización, Domingo Alberto Rangel, a cuyo
lado nos llevó años después –militamos juntos en la política
y el periodismo con “El Viejo”– y a quien acompañó hasta su
último hálito vital. Sabía que Migda aceptaría guardarme el
sobre sin preguntarme por su contenido, pero consideré mi
responsabilidad revelárselo.
–Es una 22.
Su reacción fue igual a si le hubiera dicho: “Es un man-
go, una guayaba o un merey”. Cerró su cartera y siguió aus-
cultando su rostro en el pequeño círculo de su espejo, como
si nadie estuviera a su lado. Y en efecto, yo estaba lejos ya,
rumbo a la pista de atletismo donde el profesor de Educación
Física, Juan Facendo, chequeaba a quienes estábamos selec-
cionados para los juegos juveniles nacionales de ese año. En
la curva final de los 800 metros planos el jadeo te borraba el
pensamiento de la pistola y la reina de belleza.
La mañana siguiente fue incierta. No sabíamos si la
ausencia del presidente del Centro de Estudiantes se debía a un
exceso de preocupación de sus padres o a un allanamiento de
su casa en la madrugada. No apareció en todo el día y la reina
armada se regresó con su encomienda. Le dije que la dejara
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