Page 189 - Guanipa-Endenantico
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Earle Herrera
del jefe de la Seccional N° 1 y fuera derogada la medida de
expulsión contra Maradei, Pelagajo y contra mí. Desde abajo
le grité: “¡Púyale, Córdoba, tenemos que aplastar al enemigo,
fuera para siempre la jefa de la Seccional N° 1!”. Me di cuenta
de que estaba pegando gritos en un auditorio vacío y que nadie
me escuchaba, aunque oyera sus aplausos.
Con rabia y hasta cierto rencor, dirigí mis pasos a la
Seccional N° 1. De nuevo la ganzúa no me hizo quedar mal. Le
metí un beso y entré. Lo primero que me provocó fue caerle
a patadas a todo aquello, voltear patas arriba toda esa oficina.
En esta Seccional N° 1 el jefe trataba de besuquear a todos
los muchachos y al que no se dejaba, lo expulsaba. Me acordé
de aquella frase: “Eres terrible, papá, pero no te preocupes,
nada te va a pasar”. Después el tipo me hizo expulsar por un
mes, pero todo el liceo se enteró de todo. En la pared del
fondo había un cuadro en el que aparecían Aquiles y Patroclo
en un dudoso abrazo. Pensé: “Este es un pargo ilustrado”. Al
lado de ese, descansaba otro cuadro, una naturaleza muerta,
creo, donde el rosado resaltaba y daba la impresión de un
dejo melancólico, breve, huidizo, capturado y plasmado en
el cuadro casi con regocijado sadismo. “Parcha de remate”,
no cabía duda. Me arrellané en la poltrona ejecutiva y halé la
gaveta central del escritorio: ante mis ojos apareció una im-
pactante colección de obras estudiantiles, con la cual se podría
montar una retrospectiva de la fecunda ociosidad o del joder
del alumnado. Guardar tan celosamente todo eso solo se le
podía ocurrir (a una mentalidad invertida) a un pez de agua
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