Page 194 - Guanipa-Endenantico
P. 194
Guanipa Endenantico
chamo, con los brazos en alto, por la meta de los 1.500 metros
planos. Me acuerdo que en la eliminatoria un tipo de Puerto
La Cruz me había ganado porque me dio el calambre que
siempre me daba en la pantorrilla, pero después, en la final
de los interliceístas, me le pegué a la pata y así lo llevé hasta la
última vuelta; cuando faltaban 100 metros le metí al remate,
al embalaje y el tipo no me vio el humo, lo que le dejé fue el
polvero y los muchachos del “inteligencia” que me dieron dos
vueltas en hombros por toda la pista, nada más que gritando:
¡Silva, Silva!, hasta que me dejaron bajar y de allí nos fuimos
para casa de Lesbia a celebrar, no mi victoria, sino el bautizo
de su nueva muñeca.
Ahí están los trofeos, no es cuento. De esos doce, cuatro
me los gané yo, dos Pelagajo, uno Morrocoyloco y los demás
ilustres desconocidos. Es decir, que más de la mitad de su gloria
el liceo nos la debía a nosotros. Yo era el azote en los 400, 800 y
1.500 metros planos porque tenía resistencia y velocidad. En los
lanzamientos de disco y jabalina nadie, absolutamente nadie, ni
siquiera Rosboro, igualaba el brazo (o la braza, porque lo que tenía
era una madre de braza) de Pelagajo. Y a Morrocoyloco no había
quien le diera la talla en el salto con garrocha. Por esa y otras
razones teníamos al liceo y a las carajitas del liceo metidos en
el bolsillo; por esa y otras razones Brito Brito y el jefe de la
Seccional N°1 nos tenían una especie de mezcla entre envidia,
arrechera y admiración.
194