Page 195 - Guanipa-Endenantico
P. 195
Earle Herrera
Este, el de los 1.500, fue el último trofeo que me gané.
Aquella vez a Morrocoyloco, a Pelajo y a mí nos hicieron un
agasajo; a la dirección no le quedó otro camino, al final el
sol termina achicharrando el dedo que pretende ocultarlo,
nos dijo con sabiduría y justicia Sor Juana Inés de la Cruz, la
profe de Castellano. Los tres nos dábamos de codazos y nos
cagábamos de la risa cuando Brito Brito, de mala gana, por-
que se notaba que lo hacía de mala gana, decía (o mal decía):
“… muchachos que son ejemplo y modelo para la juventud,
buenos estudiantes y magníficos atletas, que con sus triunfos
honran nuestra institución, la cual se enorgullece de tenerlos en
su seno…”. De pronto Brito Brito cortó el discurso, nos prendió
a cada uno la medalla respectiva y dio por concluido el acto,
sin más. La profesora de Castellano y Literatura, aprovechando
lo propicio de la ocasión, se me acercó y me puso un beso en
este cachete y me felicitó, me atrevería a jurar que enjugando
una lágrima, como dicen las radionovelas. Yo le prometí: “Le
voy a regalar mi medalla profe”. Y ella: “¿De-de veras?”. Y yo:
“De veras y de todo corazón, mi profe, mañana se la traigo, por
esta, mire”. Pero al final fue Isoilia la que se terminó quedando
con la medalla, dejando en espera de por vida a sor Juana Inés
de La Cruz, nuestra inolvidable y dulce profe de Literatura.
Me di cuenta, mientras recordaba frente a la vitrina
de los gloriosos trofeos, de que llevaba un arma encima, que
no tenía mucho tiempo que perder. Salí corriendo de allí y al
minuto estaba dentro del laboratorio de química. La verdad
es que el liceo es un dragón de mil cabezas que le traga a uno
195