Page 181 - Guanipa-Endenantico
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Earle Herrera
y darán unas ganas enormes de dormir, el mismo sueño que
daba cuando iba para el quemador pateando perolitos. A estas
horas ya se habrán dado cuenta de que no está en casa, la casa
nueva que compró el padrino en la Quinta Carrera Norte de
El Tigre con el bojote de reales que le dieron. Y que importa
eso, nada le importa que noten su ausencia y guarda miedoso
la gomera con la que pensaba impedir que destruyeran La
Leona y jura que si fuera un hombre jecho y derecho no de-
jaría tumbar las casas. En ese instante termina de jurar y un
espectáculo extraño son para sus ojos los lentos movimientos
con que los operadores van subiendo a las máquinas, animales
enormes que parecen mansitos así como están. “Vaina jodía
una fiera con hambre, Caregato”. La Leona está allí, indife-
rente de manera inexplicable para él, como si no supiera que
dentro de un rato van a demoler todas sus casas. Decenas
de ideas desesperadas se agolpan en su cerebro como luces
intermitentes: si esos bichos no prendieran. Si los hombres
esos murieran toditos de repente. Si padrino llegara ahorita,
concho, y les dijera que no tumben las casas. Si empezara a
llover con truenos y relámpagos y no acabara nunca. Si yo
fuera ya un hombre jecho y derecho. Si… Si…¿Este, este…?
Caregato se muerde los labios, aprieta los puños y una
gran desesperanza le recorre todo el cuerpo, le tiembla en la
barbilla y le causa unas ganas enormes de llorar que repri-
me para demostrarse que es un hombre hecho y derecho.
Así, apretando los dientes, logra un asombroso dominio de
sí mismo que se le deshace apenas los tractores empiezan a
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