Page 179 - Guanipa-Endenantico
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Earle Herrera
Al principio no lo creyó, dicho mejor, no lo quería creer;
la primera vez que oyó a su padrino decir: “Un día de estos
nos iremos de aquí”, no lo quería creer y le dio fiebre de no
quererlo creer. Caregato no imaginaba a Caregato en otra
parte sino en La Leona. Te jodes, Caregato, pensaba cuando
iba pateando un perolito camino al quemador, si nos vamos
de aquí, si padrino se va de aquí, te jodes. ¿Dónde más vas
a estar mejor? Esto de ir al desperdicio es requetebueno. ¿Te
acuerdas la primera vez que te la hiciste frente a aquel mu-
chacho grande llamado Eleuto que te enseñó? Ahora todas
las tardes te vas al quemador a hacerte nada más que puro la
paja, Caregato, y más que aprendiste a montar las burras que
ponen mansitas y te esperan en el quemador, a la sombra del
mismo chaparro. ¿Te acuerdas la tarde que peleaste con Eleuto
porque te dijo Garabato-Caregato-Culoetrapo y cuando ya
casi te jode le metiste el vidrio? Después te fuiste a leer los
suplementos de los americanos, bueno, a leerlos no, pero si
a hojearlos. Y pasabas largos ratos sobre las matas dándote y
dándote en esas espinillas que te han comenzado a salir por
toda la cara de gato que te gastas. ¿Irte de La Leona? ¿Irme?
¡Qué vaina, Caregato!, es como para no creerlo. Tú que pensa-
bas ir algún día a buscar a tú mamá y traerla del conuco a vivir
en La Leona y también al vecino para que no sigan viviendo
en esas casuchas de penca de moriche donde se esconde la
ratonera que aunque no muerde es una culebra que da mie-
do. Tú que pensabas eso muy callado, que te lo tenías bien de
guardado y ahora viene padrino y que nos vamos, que te dice
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