Page 350 - Fricción y realidad en el Caracazo
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ficción y realidad en el caracazo
—No, uno nunca queda satisfecho, puesto que son
muchas las cosas que tienes que contar. «Tan bello Juan-
cito que se me acercó, me brindó un café y me contó su
historia». El espacio te lo impedía: eso en el espacio cuan-
titativo, pero también estaba el aspecto de cómo lo dijiste,
si habías logrado transmitir lo que querías. La cuestión era
cómo transmitirle ese sentimiento que había en la calle al
lector. Sería que había mucho dolor y nunca tuve tiempo
de decirme «lo logré». ¿Tú comprendes, verdad? Hubo
mucho dolor, ¿qué vas a lograr?
—Ahora, ya como periodista, ¿cómo explicas el
caso de narradores que la misma semana en que estaban
ocurriendo los hechos escribieron géneros literarios,
cuentos, poemas?
—Yo creo que podemos retomar lo que le dije ante-
riormente. Con esa realidad golpeada y golpeante había
que hacerlo con tus armas. El escritor, el poeta, las uti-
lizó en ese momento. Como periodista, están tus lecturas
y vienen a la mente frente a realidades absurdas, inacepta-
bles. Salen solas y te ayudan a expresar lo que el lenguaje
objetivo no te permite.
—En la distancia, ¿cómo ves o recuerdas aquellos
hechos, están cerradas las heridas?
—Yo no creo que se puedan cerrar las heridas, hubo
muchos muertos, no hubo justicia, hubo más víctimas de
lo que se dice. El Gobierno reconoce trescientos… dí-
game. Después dijeron que fueron tres mil. ¿Y dónde están
los culpables, quién puede pagar todo ese dolor? Nadie lo
pagó. Todavía siguen por ahí las denuncias.
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