Page 346 - Fricción y realidad en el Caracazo
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ficción y realidad en el caracazo


            supe que podía morir y me puse a llorar. Yo tenía que de-
            nunciar esa situación, denunciar que estaban matando a la
            gente, mataban injustamente, y tenía que cubrirlo como
            reportera. El guardia me decía: «si tú pasas, estás muerta».
                —Cuando llegabas a tu trabajo tenías que re-
            dactar. ¿Cómo lo hacías, en forma de crónica, reportaje
            o entrevista?
                —Era en forma de crónica, existían todos los ele-
            mentos, se cruzaban. Había de todo. Contabas la realidad
            y esta no tenía cuerpo ni cola, no existían esquemas. Te-
            nías que buscar recursos en la literatura porque la realidad
            te golpeaba fuertemente. Una vez, al redactar, recuerdo
            que luego fui a El Valle y vi donde mataron al esposo de
            una señora en un ranchito de cartón; lo único que había
            allí era una mesita y yo llego y la señora maullaba, cómo
            gritaba esa señora. ¿Cómo la entrevistaba? Lo que más re-
            cuerdo es el llanto de la mujer, la desesperación, el dolor
            y, en medio de eso, ella me cuenta, me narra todo. ¿Qué
            haces tú ante tanta realidad? Son realidades muy fuertes,
            cosas que tú no sabes qué hacer con la palabra y de repente
            te viene Borges, Cortázar, Benedetti.
                —En estos trabajos que seleccioné, hablas de Milan
            Kundera; tratas allí sobre el miedo, las angustias de los
            habitantes del 23 de Enero. ¿Cómo salió Kundera del
            23 de Enero, un sitio tan peligroso, en ese momento
            tan sórdido?
                —Es fuerte. Recuerdo que una vez Gabriel García
            Márquez citó Vietnam; él decía que admiraba al pueblo
            vietnamita porque a pesar de su desgracia, tenía la ca-
            pacidad aún de contar las cosas y eso también lo conse-
            guimos en el camino de esta desgracia. Mataban al papá,
            al hermano, pero el único dolor que yo vi fue el que te

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