Page 274 - Fricción y realidad en el Caracazo
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ficción y realidad en el caracazo


            de los cerros o salido de sus cuentos. Eran los cerrícolas,
            los que merced a su pluma habían alcanzado una entidad
            por lo menos lingüística y literaria. Tuvieron que rebelarse
            cruentamente en la realidad para alcanzar, también, el
            mérito de las primeras planas y de los noticieros estelares.
                Marcos Tarre Briceño se graduó de arquitecto, pero
            prefirió especializarse en materia de seguridad ciuda-
            dana y policial. Profesor de armamento y tiro, lector voraz
            de literatura policial, conductor de programas de radio
            sobre seguridad, su vocación la encontró en la escritura de
            cuentos, novelas y columnas de prensa en torno al crimen
            y su combate. Autor de varias novelas con éxito de ventas,
            algunas de ella llevadas al cine en Venezuela, durante un
            tiempo publicó en el diario  El Globo sus «Crónicas de
            guerra» y, para El Nacional, la columna «No sea usted la
            próxima víctima». El Caracazo lo motivó a escribir un
            cuento todavía inédito y otro publicado en el Papel Lite-
            rario de El Nacional sin título, al que analizamos páginas
            atrás. También en su opinión, la magnitud de los aconte-
            cimientos y el impacto que causó en la sociedad, impulsó
            a los escritores a llevar a la ficción lo que estaba ocurriendo
            en la realidad inmediata.

                  Fue muy fuerte lo que se vivió, en mayor o menor grado
                  impactó a todo el mundo. Fue traumatizante. Recuerdo
                  el terremoto de 1967, cuando uno oía cualquier ruido y
                  se asustaba. La psicosis de 1989 fue más fuerte que la de
                  cualquier golpe, en relación al impacto en la sociedad
                  nuestra, o sea, Caracas. El estremecimiento que se dio,
                  esa frasecita que estaba latente por allí, «el día que la
                  gente baje de los cerros», la represión sin mayor contem-
                  plación, con lo que siempre se había amenazado, todo

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