Page 275 - Fricción y realidad en el Caracazo
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earle herrera


                    eso impactó al escritor, al hombre de letras, para llevar
                    esto que estaba viviendo a la ficción.

                  Refiere Tarre Briceño que la situación de estrés y an-
              gustia que se estaba viviendo, la lectura de crónicas perio-
              dísticas y lo que veía en televisión, lo motivaron a escribir
              el cuento breve publicado en El Nacional, en el que trata de
              reflejar la tensión que se vivía en las calles. Sus personajes,
              dice, no son ficticios ni reales sino verosímiles. Lo que
              ocurría a los dos soldados de su cuento podía estar pasán-
              dole a muchas personas en distintos lugares de la ciudad.
              Lo real es la tensión, la angustia, la atmósfera en que se
              debatía Caracas. El novelista recuerda que sus críticos des-
              tacan el estilo cinematográfico de su narrativa. Coincide
              con ellos, evita las largas descripciones y llama las cosas
              por su nombre, en una construcción textual de escena por
              escena. Así vio el Caracazo y así lo escribió.
                  Caraqueño y poeta, William Osuna metió al Cara-
              cazo en su poesía, o al revés, el estallido social se metió
              y conmovió sus letras, su sensibilidad creadora. Como en
              el caso de Ángel Gustavo Infante en la narrativa, la mu-
              chedumbre que bajó de los cerros y sacudió a la ciudad no
              era extraña a la poética de Osuna. Los excluidos siempre
              han estado incluidos en sus poemas. La gente de los barrios,
              de los suburbios, de la periferia son personajes comunes y
              corrientes en sus letras, como algún día, aspira el poeta,
              lo serán en la realidad que los margina y excluye. Pero, un
              sacudón social, cruento, ¿podía ser motivo poético? Osuna
              no tiene ninguna duda al respecto.


                    La poesía no excluye ningún motivo; al igual que el
                    cuerpo de la amada, siempre está dispuesta a ser poseída.

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