Page 277 - Fricción y realidad en el Caracazo
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earle herrera
con la venia de don Antonio Machado y Joan Manuel
Serrat, el poeta y el juglar.
Nací en esta ciudad que se me hace evidente en su amor
y su rechazo; aquí cultivé mi docena de amigos, vi morir
a mis padres, alenté mis sueños, supe de injusticias, con-
jugué los verbos del afecto, el Ávila me deslumbró, los
ventanales de Santa Rosalía, amé cuanto pude, grité
basta, escribí, disfruté mis cuatro generaciones, me
dieron y di, aprendí mi idioma y el calé fino de las putas
y los chulos.
Ya en el capítulo donde analizamos el poema que con
motivo del Caracazo escribiera Osuna, anotábamos que
en su mismo título, «Donde se avisa que las cosas están
muy malas», se hallan elementos periodísticos por lo que
el mismo tenía de anunciar, avisar, sobre una situación.
No es la función de la poesía —¿cuál será?— ni el poeta
se propuso ese rol, como no se lo ha propuesto en toda su
obra. Sin embargo, tampoco ha sido un escritor ajeno a su
entorno político y social, todo lo contrario. En él la crí-
tica reconoce la virtud de escribir sobre hechos históricos
o actuales, sin caer en lo panfletario. Su poesía se justi-
fica primero como poesía. Obviamente, la concepción de
actualidad e inmediatez que tiene un periodista no es la
misma que la de un poeta. Pero en el fondo, en la aldea
global de la que habló McLuhan, todo se ha hecho cer-
cano e inmediato. Los poetas lo habían entrevisto antes:
Una elegía, un soneto que no remite a amores contra-
riados, las aguas de un río, la fundación de un lugar, la
calle donde vivimos, la pertenencia a una tribu o familia,
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