Page 266 - Fricción y realidad en el Caracazo
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ficción y realidad en el caracazo


            no podía moverse, empezó a escribir sus notas como si
            redactara  un testamento.  Sentía  la  muerte  muy  cerca  y
            pensaba que no saldría bien librado de aquella situación.
            Considera, ya distanciado de los hechos, que durante el
            Caracazo no había lugar para la objetividad; antes bien,
            esta se convertía en un obstáculo para transmitir los acon-
            tecimientos en toda su magnitud. En todo caso, en su
            opinión, la polémica sobre la objetividad está superada.
            Reivindica la ética y el profesionalismo a la hora de trans-
            mitir las informaciones, no importa si estas son escritas en
            primera o tercera persona. Quería que al leer su crónica, la
            gente viera, sintiera y comprendiera el Caracazo, de allí el
            uso que hizo de un estilo que califica de cinematográfico.

                  Periodismo y literatura siempre han ido de la mano. De
                  hecho, casi todos los grandes periodistas han sido lite-
                  ratos (vuelva a recordar a mis grandes «maestros» del
                  nuevo periodismo). Lamentablemente, y permíteme la
                  acotación, parece que hoy las escuelas de periodismo
                  están graduando más «ejecutivos» de la prensa que pe-
                  riodistas, con toda aquella hermosa carga de bohemia y
                  lirismo que estos tenían hace solo algunos años. ¡A los
                  periodistas de hoy ni siquiera les gusta leer! Por esto, me
                  parece lo más natural apelar a los recursos de la litera-
                  tura para hacer periodismo. Así me lo hicieron entender
                  mis profesores en la Universidad del Zulia (Sergio Anti-
                  llano, Ignacio de La Cruz, María Teresa Lara, etcétera),
                  quienes siempre me recordaban que una noticia bien
                  redactada (y bellamente escrita) es doblemente buena.
                  Bajo esta premisa formé mi estilo redaccional, el cual
                  yo defino como «redacción cinematográfica», puesto que
                  la idea es que el lector «vea» los acontecimientos en mi

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