Page 265 - Fricción y realidad en el Caracazo
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earle herrera


                  Escribió respetando la jerga del barrio porque «aca-
              demizar el testimonio le restaría realismo al testimonio,
              pues la gente de los sectores populares —en especial los
              más jóvenes— no habla como catedráticos universitarios
              o locutores de radio o televisión».
                  Fabricio Ojeda apeló a los recursos de la literatura por
              varias razones: el impacto de los hechos imponía la forma
              de darlos a conocer, de plasmarlos en el lenguaje escrito;
              la radio y la televisión los transmitían en vivo, directo, y
              el medio impreso debía competir con esa desventaja, sub-
              sanada por la vía de la narración, la profundización e in-
              terpretación de los sucesos y finalmente, la influencia del
              nuevo periodismo en su generación.

                    Creo que las mismas circunstancias del estallido social
                    hicieron que fuera el género narrativo-descriptivo el que
                    se impusiera a la hora de reseñar los hechos en la prensa,
                    pues mucha gente se quedó en sus casas y teníamos la
                    competencia de las imágenes televisivas.
                    En mayor o menor medida, los géneros literarios siempre
                    han estado imbricados con el trabajo del periodismo es-
                    crito. Esta oportunidad no iba a ser la excepción, más
                    aún cuando la fuerza de lo acontecido demandaba que
                    esos hechos fueran narrados «con el corazón en la mano».


                  Régulo Párraga, para 1989 coordinador de la sección
              de Provincia de El Nacional, llegó a Caracas desde Ma-
              racaibo el día del Caracazo y, camino a su residencia, se
              halló atrapado entre el fuego cruzado de militares y fran-
              cotiradores. La crónica de la que fue protagonista obligado
              la entregó con el título de «Noche de terror». Confiesa que
              esa misma noche y en las escaleras del edificio de donde

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