Page 219 - Fricción y realidad en el Caracazo
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RELATO
marcos tarre briceño
La mayoría de los textos, tanto periodísticos como literarios,
escritos a raíz del Caracazo, se ocupa de las víctimas civiles
y de sus familiares. Sin embargo, aunque muy contadas, las
fuerzas de seguridad y del orden público también tuvieron
sus bajas. La feroz represión desatada por igual contra justos
y pecadores y los allanamientos indiscriminados que le suce-
dieron, abonaron el olvido mediático o literario que cubrió
la muerte de los hombres de uniforme. Tampoco los cuerpos
policiales o militares, acusados de lo que muchos consi-
deraron una verdadera masacre, iban a sacar sus bajas para
oponerlas a las del pueblo. La desproporción era mayúscula
y, de hacerlo, mayor sería el despropósito.
Los muertos de los uniformados, pocos, pero muertos
al fin, fueron cubiertos por el silencio, entre el dolor de sus
familiares y el mutismo de sus superiores. Cayó un oficial
del Ejército, mayor Acosta Carlés, compañero de armas del
comandante Hugo Chávez Frías, quien siempre, como mi-
litar insurrecto primero y luego como residente de la Repú-
blica, ha cuestionado la versión oficial sobre la muerte de
su camarada. Pero las pocas bajas castrenses las constituían
soldados rasos; reclutas campesinos traídos de las guarni-
ciones del interior, quienes no conocían Caracas ni jamás
habían visto una multitud semejante, para colmo conver-
tida en piquetes desorganizados que aparecían por todos
lados. De la muerte de uno de esos soldados —resumen de
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