Page 223 - Fricción y realidad en el Caracazo
P. 223

earle herrera


              que cae al piso cuando el soldado Pedroza traquetea su
              arma encasquillada. Pudieron dejarla allí, pero su compa-
              ñero Calzadilla la recoge y se la entrega (gesto de amistad,
              de camaradería, de «aquí estamos los dos juntos»). Acto de
              prevención  (nos  puede  hacer  falta  más  tarde).  Impulso
              de superstición (es mal augurio que una bala se caiga, peor
              es dejarla en el piso). En fin, una imagen polisémica que
              estimulará lo que Pacheco y Barrera Linares denominan
                                              1
              «la memoria semántica del lector» .
                  Los soldados no se mueven de su sitio: la ciudad vio-
              lenta transcurre frente a ellos. Metáfora del miedo y el
              desconcierto. No saben qué hacer, esperan órdenes que no
              llegan. Su teniente no aparece. Apenas logran articular
              frases cortas y entrecortadas: «Y ahora esto». «Qué buena
              vaina». «Estoy chorreado». «Yo también». Los gestos dicen
              más que las palabras: la bala dorada recogida del piso,
              pegar hombro con hombro, la intención de hacer chistes,
              el recuerdo de los seis meses en el Centro de Adiestra-
              miento y Reemplazo. «Y ahora esto». «Esto», para ellos,
              es el Caracazo. Pero decir Caracazo es una conceptuali-
              zación que los desborda, en menor caso, que no les dice
              nada. «Este» es, en su caso y situación, algo inesperado,
              ajeno a sus limitadas expectativas cuando se alistaron o
              fueron reclutados para el servicio militar. «Esto» es la «qué
              buena vaina» de un estallido popular que no comprenden,
              en una ciudad que no conocen y cuyas solas dimensiones
              los  apabullan.  Mientras  ellos  están  sobrecogidos  por
              la tensión y el miedo, la muchedumbre baja de los cerros
              celebrando su violencia, gritando, saqueando, bailando.



              1
                 Carlos Pacheco y Luis Barrera Linares, Del cuento y sus alrededores,
                 Monte Ávila, 1997, p. 39.
                                        223
   218   219   220   221   222   223   224   225   226   227   228