Page 225 - Fricción y realidad en el Caracazo
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earle herrera


                  La tensión de los personajes la plasma Tarre Briceño
              en la forma, en el cómo de su relato, en una narración
              de frases cortas, tensas, sugerentes. Su conocimiento de
              las armas transmite un ambiente de guerra, absurda, desi-
              gual, de un ejército contra un pueblo armado con palos
              y piedras, aunque la situación fue aprovechada por fran-
              cotiradores que, al agredir a los militares, provocaron la
              reacción de estos contra el pueblo inerme. El estado de
              guerra queda plasmado en la descripción de las armas y
              el léxico castrense: «Cinco kilos de Fal» (fusil automático
              liviano). «Una tanqueta V-300 rueda lentamente». «¡Car-
              guen!». «Pedroza encasquilla el arma. Una bala 7.62 queda
              medio salida». «Batallón de Infantería Bolívar». «Centro
              de Adiestramiento y Reemplazo». «Pasa el selector del
              fusil de asalto a automático». «Se lleva el Fal al hombro».
              «En dos segundos vacía el cargador de 20 tiros».
                  El autor, en ningún momento, dirige su relato o toma
              posición a través del contenido, de lo que cuenta. Sin em-
              bargo, los detalles sobre los armamentos, el léxico propio
              del mundo militar, transportan al lector a un ambiente
              bélico que recuerda los despachos y partes de guerra de
              los campos de batalla. Y en efecto, en la realidad fue así:
              una ciudad ocupada y tomada militarmente. Luego, el
              balance de muertos y heridos mediante informaciones
              contrapuestas, según las emitiera el Gobierno o las orga-
              nizaciones no gubernamentales. En pocas líneas, en un
              microcuento, Tarre Briceño nos da una visión del Cara-
              cazo desde el cansancio, el miedo y la tensión de dos sol-
              dados. Uno de ellos muerto. El otro, reaccionando por el
              odio que la muerte provoca, para causar más muertes.





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