Page 229 - Fricción y realidad en el Caracazo
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earle herrera
un silencio superior al escándalo. Esto, porque indepen-
dientemente de los valores literarios de su obra, Argenis
Rodríguez tomaba como temas hechos de actualidad, de
la realidad inmediata, y no se andaba con rodeos ni eufe-
mismos a la hora de citar a personas públicas con nombres
y apellidos. Sus libros testimoniales están cruzados por
situaciones ficticias, y los de ficción —cuentos, novelas—
a veces albergan personas vivas no precisamente exaltadas por
el novelista. A la crítica le molestaba lo que consideraba una
arbitrariedad del autor. Las personas aludidas en sus libros
se la tenían jurada al escritor. Rodríguez, si no disfrutaba
la situación que provocaba, parecía no darle importancia.
Un estudioso de la literatura venezolana así lo registró:
Y debo volver aquí al señalamiento de aquella caracte-
rística de incorporar personajes conocidos en nuestros
medios políticos y literarios, casi sin variar sus nombres
e insinuándolos, al mundo de la literario que el autor
construye, con lo cual se logra un resultado híbrido que
nos atrae unas veces por las virtudes legítimas del relato
y otras por el gusto malsano de identificar el blanco de
la maledicencia. Y así van las letras de Argenis, como
las de Aretino, como las de Peyrefitte, como las de Pío
Gil: aguas turbulentas con materias viscerales movidas
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por una increíble armonía del odio, la envidia y el amor .
Odio y amor, no hay ninguna duda. En cuanto a la en-
vida, este sentimiento no parecía afectar a quien no sufría
de complejo de inferioridad literaria: por el contrario, se
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Orlando Araujo, Narrativa venezolana contemporánea, ob. cit.,
p. 347.
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