Page 232 - Fricción y realidad en el Caracazo
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ficción y realidad en el caracazo
estructura. La realidad, entonces, se presentaba fragmen-
tada, en pedazos, disgregada. Las cosas ocurrían vertigi-
nosamente. Y la radio y la televisión así las presentaban;
en menor medida, también los medios impresos. Estos te-
nían un poco más de tiempo para armar el rompecabezas,
pero esas pocas horas no bastaban para entregar una vi-
sión de conjunto de lo que estaba pasando. Al proponerse
novelar el Caracazo, dos días de caos y anarquía colectiva
—27 y 28 de febrero—, el autor hubo de comprender que
una narración lineal, ordenada, no le servía. La autenti-
cidad de una obra literaria, más que en el qué, está en el
cómo, en la estructura narrativa y en el lenguaje utilizado
que hace verbo la realidad.
Con el Caracazo ocurrió una situación dual e intere-
sante: la gente lo vivía al mismo tiempo que lo veía por te-
levisión. Se trataba de dos realidades distintas: una real y
otra virtual, si se quiere, construida. La real era espacial
y temporalmente limitada: la calle, la cuadra, el lugar
donde los acontecimientos sorprendieron a la persona y
hasta donde le alcanzara la vista. La virtual, ofrecida desde
una pequeña pantalla, permitía al ciudadano recorrer toda
la ciudad, pasar de la rueda de prensa del Ministerio del
Interior a la masacre, en las escaleras de Mesuca, de las
personas que huían hacia su barrio. El 27-F fue un hecho
histórico, cruento, pero también un fenómeno mediático.
Las imágenes que se grabaron los caraqueños fueron las
que les proporcionaron los medios, a través de la pantalla
de los televisores o en las dramáticas fotografías de los pe-
riódicos. Esas imágenes en tropel, superpuestas, caóticas,
afectaron también a los escritores, hombres del siglo XX
al fin y al cabo. Llevarlas a otro lenguaje, en su caso al es-
crito, era el reto que tenían. Hacer literatura con la misma
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