Page 103 - Fricción y realidad en el Caracazo
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earle herrera
estudiantil. De modo que, desde sus inicios, habrá una es-
trecha relación de la guerrilla y el mundo intelectual. Esto,
por supuesto, se va a ver reflejado en la producción literaria
de la época, en la llamada «literatura de la violencia». Se
trata, sin duda, de un convencionalismo académico para el
estudio y análisis de la creación literaria de un período espe-
cifico de la historia de Venezuela, cuyo marco espacio-tem-
poral es la década de los sesenta. La aclaratoria es pertinente
porque violencia y literatura, en Venezuela, vienen transi-
tando juntas un largo camino, vale decir, desde el despuntar
del siglo XX, signado este por largas dictaduras.
Ya el ensayista venezolano Mariano Picón Salas (1976)
había acuñado la frase de que Venezuela entró al siglo XX
en 1935, con la muerte de Juan Vicente Gómez, un ge-
neral que se mantuvo dictatorialmente en el poder durante
veintisiete largos años. Luego lo sucedieron los generales
López Contreras y Medina Angarita, derrocado este úl-
timo por una junta cívico-militar que llamó a elecciones
en 1948. Fue un breve intervalo democrático, pues el ga-
nador de la Presidencia, el novelista Rómulo Gallegos,
sería derrocado en noviembre de ese mismo año. Desde
entonces hasta 1958 transcurrieron diez años de dictadura
militar, con el general Marcos Pérez Jiménez a la cabeza.
En este contexto histórico que abarca seis décadas del siglo
XX, con sus secuelas de alzamientos militares, persecu-
ciones políticas, destierro de los disidentes, estado de sitio,
toques de queda, censura a la prensa y a las letras, presos
de conciencia, tortura y muerte, el insumo de la literatura
fue también la violencia. Antes de analizar la década de los
sesenta, hemos de echar un vistazo a estos antecedentes.
Luego de la narrativa nativista, heredera del costum-
brismo que signó las letras del siglo XIX, de la novelística
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