Page 100 - Fricción y realidad en el Caracazo
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periodistas «La década violenta». En efecto, al comienzo
            de la misma estalla en Venezuela la guerra de guerrillas
            contra el gobierno de Rómulo Betancourt, electo en di-
            ciembre de 1958, luego de la caída de la dictadura del ge-
            neral Marcos Pérez Jiménez el 23 de enero de ese mismo
            año. Ya en el capítulo I, dedicado a la violencia en Ve-
            nezuela, abordamos los aspectos políticos y militares del
            período de la lucha armada (1960-1970). Ahora nos ocu-
            paremos de la literatura que generó esa etapa y que la
            expresó o, en todo caso, pretendió hacerlo.
                La lucha guerrillera en América Latina, con el ejemplo
            de la Revolución cubana como la chispa que se extendió
            por toda la pradera, inspiró una gran cantidad de libros en
            los distintos campos del quehacer literario: ensayos, tes-
            timonios,  dramas, biografías, poesía,  cuentos, novelas,
            en trevistas y reportajes. Fueron diez años que marcaron
            indeleblemente a todo el subcontinente. El mundo de las
            letras no iba a permanecer al margen de ese turbulento
            proceso y, paralelamente a las obras de creación, se generó
            un intenso debate acerca del papel de los intelectuales y en
            torno a la denominada literatura comprometida.
                La violencia revolucionaria contra la violencia del sis-
            tema, o viceversa, era la dicotomía que ofrecía el insumo
            para que de la guerrilla con las armas se pasara a la guerra
            de guerrillas de las letras, en expresión del ensayista y
            poeta Alfredo Chacón. Fue la de 1960-1970 una década
            violenta, pero también una época de sueños. El mundo
            todo estaba convulsionado, mas América Latina tenía su
            propia convulsión. Para la juventud liceísta, universitaria
            y política de entonces, los barbudos guerrilleros que ba-
            jaron de la Sierra Maestra alcanzaron dimensiones míticas.
            No era para menos. Desde una pequeña isla del Caribe,
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