Page 127 - El cantar del Catatumbo
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del patrimonio arqueológico. Aunque hay iniciativas
            en este sentido, aún no se han llevado a cabo con la
            dimensión que este emprendimiento requiere.
               Los palmerales anuncian que estamos a las puertas
            de Santa Bárbara, capital del estado de Zamora. A la
            vera del camino hay tumbas con una iglesita blanca,
            señalándolas. Y aparece El Yaure, una aldea de pocas
            casas, escondida entre el vapor de los mangos, vendiendo
            miel secreta de la oscuridad del fondo.
               Para entonces el campo se ha aromado y en las laderas
            pasta, blanco, el ganado, quieto en su antigüedad.
               Más lejos, en Punta de Piedra, cruza el río Caparo,
            abierto, mientras entramos y salimos del estado de
            Táchira.
               El arpa suena soterrada, espesa y oculta en las aguas
            del río Suapure, antes de La Pedrera. Desde allí, a 25
            kilómetros, está Sarawena, base norteamericana en
            Colombia, una uña del imperio, al igual que otras en
            el continente que puedan asegurarle puentes para futuras
            intervenciones bélicas contra nuestros países. Otro tanto
            ocurre con la ilegítima usurpación de las Islas Malvinas
            por Gran Bretaña.
               Tras atravesar, por unos pocos kilómetros, el estado
            de Apure, entre mínimos fundos, ornados con las flores
            rojas de las cayenas y las hojas alarmadas del ave del
            paraíso, arribamos a Cantón, junto a su río profundo.
            Una avenida de árboles se extiende hasta el horizonte.


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