Page 124 - El cantar del Catatumbo
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Tras de un asalto de bosque en la serranía, rumbo a
oriente, llegamos a Tinaco, un cruce en el centro del
país, que tuvo gran importancia en el comercio del
siglo XIX.
Atravesamos San Carlos, pueblo entrañable donde
junto al poeta Miguel Pérez di un recital. De allí es,
también, Isaías Medina López, coplero y recopilador.
A poco andar entramos al estado Portuguesa,
mientras se alejan hacia el oeste las estribaciones de la
serranía de Pereprima y, hacia el este, el volcán de las
lluvias, las últimas del invierno.
Y damos con el río Portuguesa, desanimado, bajando
la serranía de Turén, que supo en otra época ser una selva
en busca de las aguas que nutrirán el encuentro con los
cauces del Guanare, Las Marías, el Morador.
Un doble arcoíris se alza devolviendo la tierra y la
tormenta a su leyenda. Giondelis me cuenta que cuando
es doble, el arco más alto es el macho y el más bajo la
hembra. “Si brillan mucho es que están bravos”, me dice.
En los Andes cuentan que el arcoíris se roba a los
niños catires (rubios) y a las mujeres preñadas. Allí nace
desde la cabeza de un caballo bebiendo agua.
Casos que ocurren cuando se ensueña Venezuela.
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