Page 55 - El Estado Docente
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unidad de la cooperación social en el interior y, con ello, su función
                social necesaria. 2

                Pero no son sólo los autores modernos los que en tal forma se
             pronuncian. Ya en la Política de Aristóteles se lee: “Pero en todas
             las cosas que he mencionado, la que más contribuye a la estabilidad
             de las constituciones es la adaptación de la educación a la forma de
             gobierno… Las mejores leyes, aun cuando sean sancionadas por
             cada uno de los ciudadanos del Estado, de nada servirán si no se
             educa a los jóvenes, mediante el hábito y la instrucción, en el espí-
             ritu de la constitución; democráticamente, si las leyes son demo-
             cráticas, oligárquicamente, si las leyes son oligarcas”.
                Los fascistas por boca de su teórico educativo Giovanni
             Gentile, expresarán: “La Conciencia activa y dinámica del Estado
             es un sistema de pensamiento, de ideas, de intereses que hay que
             satisfacer y de moralidad que hay que realizar. De aquí que el
             Estado sea, como debe ser, un maestro, mantiene y mejora escuelas
             para fo mentar esa moralidad. En la escuela, el Estado llega a la con-
             ciencia de su verdadero ser”.
                Lenin, inspirador del régimen soviético aclara y amplía el pen-
             samiento de Marx explicando: “Cuando más culto era el Estado bur-
             gués, más sutilmente mentía al declarar que la escuela podía mante-
             nerse por encima de la política y servir a la sociedad en conjunto. La
             realidad de los hechos es que la escuela fue convertida en nada
             menos que un instrumento del régimen de clases de la burguesía. Su
             propósito era proveer a los capitalistas de lacayos obedientes y de
             inteligentes trabajadores… Públicamente declaramos que la escue-
             la divorciada de la vida y la política es una mentira y una hipocresía”.




             2. Hermann Heller, Teoría del Estado, México, Fondo de Cultura Económica,
             1942, pp. 232-233.


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