Page 12 - Desarrollo de la Guerra Social y el papel de Bolívar
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Colección
                                                            Herederos de Bolívar

          Cuando Boves ordenó el ataque a La Victoria, en el mes de febrero,
       disponía de 7.000 hombres; cuando huyó hacia los Llanos la noche del
       1 de abril, le quedaban sólo 400. Y sin embargo al comenzar el mes
       de junio reapareció en los Llanos a cabeza de miles de seguidores, tan
       fieros como los que mandaba dos meses antes. El pueblo engrosaba
       las filas de Boves sin cesar, como aumenta la lluvia el agua de los ríos.


          Entre abril y junio, mientras Boves se rehacía en los Llanos, Bolívar
       combatió sin descanso. Llevaba en la cabeza el sueño de su Estado na-
       cional y tenía a sus órdenes el ejército de ese Estado abstracto, y con
       ese ejército combatía creyendo que se trataba de la fuerza armada de
       una república verdadera. Si hay un momento en la historia americana
       en que la energía de un hombre se manifestó en todo su esplendor,
       al grado de que dio entonces, y por siglo y medio más, la idea de que
       tras él había todo un pueblo, fue durante esos dos meses. Pues Bolívar
       se movía, organizaba, combatía y vencía sólo merced a la monstruosa
       energía que desplegaba. Él arrastraba a jefes, soldados y ciudadanos a
       la lucha y a la muerte con la fuerza de un huracán histórico al que nada
       podía oponerse.


          Unidos los ejércitos de Marino y Bolívar, el Libertador dejó a Mari-
       no en Valencia  y marchó a Puerto Cabello, dispuesto a forzar la caída
       de esa plaza. El capitán general español operaba en Coro y Barquisi-
       meto, mientras la columna de Ceballos —también realista— lo hacía al
       oeste de Valencia. Marino salió a destruir esta última fuerza y quedó
       derrotado en el Arao. Bolívar abandonó el sitio de Puerto Cabello y
       retornó a Valencia. Ceballos y el capitán general Cajigal unieron sus
       ejércitos.

          Esto sucedía a mediados de abril de ese Año Terrible de 1814. La
       victoria de Arao, y las noticias que llegaban de España —favorables a

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