Page 88 - Agroecologías insurgentes en Venezuela Territorios, luchas y pedagogías en revolución
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88 | Agroecologías insurgentes en Venezuela
Los capuchinos catalanes establecieron, durante el período
comprendido entre 1700 y 1816, un sistema que tenía, entre otras
características, un salario en especies para los indígenas reducidos a
las diferentes misiones, además de la diversificación en la producción.
Sanoja y Vargas (2007) lo describen como un sistema integral de
unidades de producción, compuesto por una red de 18 misiones con
actividades diversificadas en agricultura comercial; allí se introducen
nuevos cultivos como tabaco, cacao, caña de azúcar, algodón y se
mantienen los de subsistencia: yuca, maíz, frijol y productos de mesa.
También emergió la ganadería para la elaboración y comercio de carne
salada, comercio de pieles, producción artesanal de jabón, de calzados,
de aperos de bestias y similares (Sanoja y Vargas, 2007).
Los jesuitas, por su parte, lograron establecer hatos en casi todos los
pueblos de misión, en lo que actualmente serían los municipios Cedeño y
Sucre; cultivaban caña de azúcar de la que obtenían papelón y aguardiente.
Igualmente, habían establecido la fragua, en la que producían anzuelos,
arpones y otros objetos de metal. Pero el aspecto más destacado es la
diferencia en el trato y la convivencia con los indígenas, a quienes se les
permitía mantener sus prácticas tradicionales sin obligarlos a adoptar
nuevas técnicas como el arado (Perera, 2006); más bien, fueron criticados
por no ser partidarios de la utilización de la fuerza. Un comentario aparte
y que nos da una idea de la variedad de cultivos que logró su adaptación
en esta región, es el hecho de haber sido el padre José Gumilla, miembro
de esta orden y quien, entre los años 1730 a 1732, a orillas del Orinoco,
sembró, por primera vez, el café en Venezuela. Acontecimiento reseñado
por el mismo padre Gumilla (1741) y, de acuerdo con los cronistas, es
probable que, desde aquí se haya llevado a Brasil, de donde data su cultivo
desde 1771 (Rojas, 2008).
La actividad agrícola en el estado Bolívar tiene registros oficiales desde
finales de 1700. Los productos aquí obtenidos bajo el sistema misional, como
el algodón y los cueros, eran enviados a Cataluña, en barcos de la Compañía
de Barcelona, para ser procesados en numerosas fábricas de tejido de algodón
y la industria del cuero en Cataluña, con una capacidad de exportación de
setecientos mil pares de zapatos al año, que, a su vez, significó un impacto
importante en el desarrollo de áreas de influencia comercial de las misiones
en el noreste de Venezuela, Las Antillas y la antigua Guayana Holandesa; o
hacia Europa, vía Cumaná (Sanoja y Vargas, 2005). En los trabajos de Brito