Page 193 - Agroecologías insurgentes en Venezuela Territorios, luchas y pedagogías en revolución
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Agricultura urbana en Venezuela | 193
en contraposición a perspectivas que emergen de la ecología urbana. Por
último, se presentan a modo de síntesis, 10 claves necesarias de la ecología
de la ciudad para promover procesos de producción agrourbana en el país.
I. Recuento histórico-económico de la configuración del territorio
urbano en Venezuela y su relación con el sistema agroalimentario
Comprender el proceso sociohistórico y económico en el cual emerge
la agricultura urbana en Venezuela, desde una perspectiva integral, requiere
de un breve análisis de la configuración del territorio urbano en relación
con el sistema agroalimentario. Según varios autores, entre los que destaca
Morales (2009), el proceso histórico de consolidación de las ciudades
venezolanas ha estado estrechamente vinculado a la estructuración del
sistema agroalimentario del país. A continuación, se destacan algunos
aspectos resaltantes de esta vinculación, enmarcados desde la fundación
de ciudades en el siglo XVI y su devenir hacia las llamadas “ciudades del
petróleo” del siglo XX (Quintero, 2014), hasta las actuales ciudades del
siglo XXI.
Diversos estudios, que establecen el análisis de la configuración del
territorio urbano en Venezuela, tienen, como hito de partida, la fundación
de ciudades producto de la conquista del Imperio español. Sin embargo,
cabe destacar que una comprensión integral y multidimensional del proceso
de desarrollo urbano, en relación con el devenir del sistema agroalimentario
del país, demanda una revisión que contemple los patrones de uso del
territorio por parte de los grupos indígenas originarios en etapas previas a
la fundación impuesta de ciudades coloniales.
Vargas y Sanoja (2015) destacan que la domesticación de vegetales
comestibles por grupos de pescadores-recolectores y cazadores litorales
condujo, hace aproximadamente 4600 años antes de ahora, a procesos de
sedentarismo y cultivo de plantas. Al respecto, Sanoja (2011) señala, en
relación con el origen del cultivo en nuestro país, que la consolidación de
la práctica de la agricultura obligó a estos grupos a una restructuración
de la producción y de las formas de distribución, cambio y consumo de
valores de uso y de cambio. Lo anterior trajo como consecuencia una
transformación de las fuerzas productivas y de las relaciones sociales
de producción, “manifestada en la presencia de nuevos contenidos en
la propiedad y nuevas formas de posesión, así como en los procesos de
cooperación y reciprocidad” (Sanoja, 2011, p. 66).