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De la trata negrera al cimarronaje
El proceso de la trata negrera arrancó del vientre de África subsahariana
a más de veinte millones de seres humanos de distintos pueblos africanos,
para luego ser sometidos a un largo proceso de esclavización y arrojarlos
a un sistema carcelario productivo, llamado haciendas de cacao o
plantaciones de caña de azúcar, entre otras actividades. La trata negrera
desató un proceso de resistencia, el cimarronaje, que fue una forma de
lucha frontal contra el sistema opresor esclavista.
El Diccionario de la lengua española, citado por el lingüista Juan José
Arrom, define cimarrón o cimarrona como el esclavo o el animal doméstico
que huye al campo y se hace montaraz. Este término aplica también
“a la planta silvestre de cuyo nombre o especie hay otra cultivada”
(Arrom, 1983, p. 47). La animalización de las personas africanas y sus
descendientes, en el hecho de huida y confrontación contra su explotador,
fue limitado a un significado de “salvaje”. Sin embargo, ese cimarronaje,
ante la estructura represiva esclavista, desde las perspectivas de valoración
humana, debemos resignificarlo desde un punto de vista ético; es decir:
todo ser oprimido debe luchar por su libertad.
El sistema esclavista no solo estaba referido a la explotación física
del africano: se trataba de convertirlo en una pieza del engranaje de la
hacienda, la plantación o de los proyectos mineros extractivos, como
el oro, la plata o el cobre. En otras palabras, para poder convertirlo en
una pieza de engranaje, había que desarraigarle su memoria, cambiarle el
nombre y adaptarlo a un territorio carcelario que no le pertenecía. Como
conocemos, el nombre, en la diversidad cultural y afroepistemología del
África subsahariana, encierra el ancestro y la Kanda (Tierra, en lengua
kikongo). El nombre es la prosecución de los muertos, de los ancestros
en el mundo visible y su relación con la Ngonda (luna) o sol (Ntangu), para
decirlo en lengua kikongo o en lengua yoruba (olorum) o ancestro (egun).
Con el objeto de desterrar de la corporeidad africana, manifesta en
la lengua y la espiritualidad, se impuso una religiosidad forzada como
estrategia en busca de la conspiración desarticuladora de la personalidad
africana. Así aparece el “Catecismo de los esclavos”, documento elaborado
por la Iglesia católica, apostólica y romana en la colonia. El texto se orienta
bajo una guía de pregunta y respuesta.