Page 80 - Marx Populi
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Tensiones. Releer el marxismo desde la perspectiva de nuestros problemas
a la instrucción, unidad y organización de la clase trabajadora. O sí, pero
para subordinarla y controlarla mejor, haciéndole asumir horizontes que eran
perfectamente compatibles con los de la burguesía. La centralización de los
medios de producción no contribuyó al proceso de socialización del trabajo. El
capitalismo encontró la forma para inutilizar esa incompatibilidad. La “envol-
tura” capitalista demostró ser mucho más que una envoltura. Y no estalló. La
burguesía nunca allanó ni allanará el camino a “demócratas”, “comunistas” y
especies similares.
Tomando en cuenta la experiencia histórica del último siglo y medio,
¿corresponde “rendir homenaje a los servicios revolucionarios prestados […]
por el capitalismo”, tal como proponía Engels en el Prólogo a la edición italiana
del Manif esto comunista de 1893? No fueron ni son ajenos al marxismo los
sustratos que apelan a una totalidad autónoma respecto de los particulares o a
una identidad de lo universal cosif cado que se fagocita toda diferencia.
Podemos ver que de la necesidad histórica se derivaba y se deriva una nece-
sidad de universalismo. No precisamente la “aspiración” a un universal, ni a un
proyecto articulador de la mayor cantidad de situaciones que ponen en juego
elementos emancipadores y liberadores tendientes a lograr esa condición y esa
escala. Por el contrario, se trataba y se trata de un universalismo que borraba y
borra las diferencias.
Marx consideraba que la burguesía era una clase creadora de un mundo en
el que los hombres y las mujeres estaban obligados “a contemplar la realidad
con ojos desilusionados”. En esto Marx veía un enorme mérito de la burguesía.
No logró vislumbrar el movimiento inverso motorizado por la burguesía en
las etapas más avanzadas del desarrollo del sistema capitalista: un movimiento
frenético y demencial tendiente a hacer cada vez más difícil la contemplación
“desilusionada” de la realidad por parte de los hombres y las mujeres. No pudo
predecir ni el papel de los grandes medios de desinformación ni las aptitudes
del sistema (en particular, las del mercado) para reproducirse colonizando
masivamente las subjetividades, para cosif car lo que vive y siente a través de la
imposición de una apariencia de unidad y totalidad.
Así, desde el marxismo, se concibió al movimiento totalizante del capital (el
desarrollo de las fuerzas productivas y el desarrollo del proletariado) como un
prerequisito para su desaparición por la vía de su superación. Se conf aba a ciegas
en el postulado que establecía que el desarrollo de las fuerzas productivas impul-
sado por la burguesía se volvería contra ella más temprano que tarde. El capi-
talismo aparecía trazando la huella que conducía a su propia negación porque,
como decíamos, impulsaba tendencias contrapuestas; por un lado la centraliza-
ción de los medios de producción, por el otro la socialización del trabajo.
Por eso Marx también consideraba como un momento progresivo el carácter
cosmopolita que la burguesía le insuf aba a la producción y al consumo. En
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