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Tensiones. Releer el marxismo desde la perspectiva de nuestros problemas


           a  la  instrucción,  unidad  y  organización  de  la  clase  trabajadora.  O  sí,  pero
           para subordinarla y controlarla mejor, haciéndole asumir horizontes que eran
           perfectamente compatibles con los de la burguesía. La centralización de los
           medios de producción no contribuyó al proceso de socialización del trabajo. El
           capitalismo encontró la forma para inutilizar esa incompatibilidad. La “envol-
           tura” capitalista demostró ser mucho más que una envoltura. Y no estalló. La
           burguesía nunca allanó ni allanará el camino a “demócratas”, “comunistas” y
           especies similares.
              Tomando  en  cuenta  la  experiencia  histórica  del  último  siglo  y  medio,
           ¿corresponde “rendir homenaje a los servicios revolucionarios prestados […]
           por el capitalismo”, tal como proponía Engels en el Prólogo a la edición italiana
           del Manif esto comunista de 1893? No fueron ni son ajenos al marxismo los
           sustratos que apelan a una totalidad autónoma respecto de los particulares o a
           una identidad de lo universal cosif cado que se fagocita toda diferencia.
              Podemos ver que de la necesidad histórica se derivaba y se deriva una nece-
           sidad de universalismo. No precisamente la “aspiración” a un universal, ni a un
           proyecto articulador de la mayor cantidad de situaciones que ponen en juego
           elementos emancipadores y liberadores tendientes a lograr esa condición y esa
           escala. Por el contrario, se trataba y se trata de un universalismo que borraba y
           borra las diferencias.
              Marx consideraba que la burguesía era una clase creadora de un mundo en
           el que los hombres y las mujeres estaban obligados “a contemplar la realidad
           con ojos desilusionados”. En esto Marx veía un enorme mérito de la burguesía.
           No logró vislumbrar el movimiento inverso motorizado por la burguesía en
           las etapas más avanzadas del desarrollo del sistema capitalista: un movimiento
           frenético y demencial tendiente a hacer cada vez más difícil la contemplación
           “desilusionada” de la realidad por parte de los hombres y las mujeres. No pudo
           predecir ni el papel de los grandes medios de desinformación ni las aptitudes
           del  sistema  (en  particular,  las  del  mercado)  para  reproducirse  colonizando
           masivamente las subjetividades, para cosif car lo que vive y siente a través de la
           imposición de una apariencia de unidad y totalidad.
              Así, desde el marxismo, se concibió al movimiento totalizante del capital (el
           desarrollo de las fuerzas productivas y el desarrollo del proletariado) como un
           prerequisito para su desaparición por la vía de su superación. Se conf aba a ciegas
           en el postulado que establecía que el desarrollo de las fuerzas productivas impul-
           sado por la burguesía se volvería contra ella más temprano que tarde. El capi-
           talismo aparecía trazando la huella que conducía a su propia negación porque,
           como decíamos, impulsaba tendencias contrapuestas; por un lado la centraliza-
           ción de los medios de producción, por el otro la socialización del trabajo.
              Por eso Marx también consideraba como un momento progresivo el carácter
           cosmopolita que la burguesía le insuf aba a la producción y al consumo. En

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