Page 77 - Marx Populi
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Miguel Mazzeo - Marx populi
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           También, en 1844, en La Sagrada familia, el joven Marx y el joven Engels no
           ahorraron críticas al “materialismo mecanicista” al que le contrapusieron un
           materialismo coincidente con el humanismo práctico y positivo. En toda la
           obra de Marx abundan las profesiones de fe antidogmáticas y se reiteran las
           críticas a los postulados doctrinales, sobre todo con relación al socialismo y
           al comunismo.
              Asimismo, es imposible pasar por alto la ruptura radical que introduce el
           Manif esto comunista, en 1848, entre otras cosas por: a) reconocer a la lucha
           de clases como el motor de la historia y como un epicentro teórico funda-
           mental, principalmente en su condición de matriz de un conjunto de expe-
           riencias singulares; b) considerar al cambio revolucionario como corolario de la
           acción consciente de los trabajadores y las trabajadoras; c) desplegar un análisis
           liminar de la mundialización del capitalismo y d) proponer un universal eman-
           cipador a partir de lo concreto: una particularidad oprimida y explotada. Del
           Manif esto comunista se puede deducir una enorme conf anza en la capacidad
           política de los trabajadores y las trabajadoras.
              Ahora bien, en el Manif esto comunista también se pueden hallar una serie
           de insumos que nutrieron el eurocentrismo y las posiciones procoloniales del
           marxismo; un cierto “humanismo negro”. Aparece un conjunto de dicotomías
           –auténticas ataduras binarias– que construye sus respectivas series: lo progre-
           sista y lo atrasado, lo moderno y lo premoderno, lo racional y lo irracional,
           la civilización y la barbarie, el mundo occidental y el mundo no occidental.
           También están presentes algunos elementos que servirán como justif cación
           del DIAMAT.
              Un conjunto de autores se ha detenido en el contexto histórico de la
           producción de textos como el Manifiesto comunista o El Capital. Marx y
           Engels escriben el primero en un momento de auge de las luchas popu-
           lares, en el marco de una oleada revolucionaria que atravesaba Europa (e
           iba un poco más allá) y que sembraba el optimismo histórico por doquier.
           Una oleada que, además, presentaba componentes “románticos”. Mientras
           que el tiempo histórico de El Capital presentaba aristas menos auspiciosas
           para  la  clase  trabajadora:  era  un  momento  de  reflujo  y  de  reacción,  sin
           “fantasmas” a la vista.
              Es  sabido,  igualmente,  que  el  viejo  Marx  se  opuso  con  f rmeza  a  que
           su “esbozo histórico de la génesis del capitalismo en Europa Occidental” se
           convirtiera en una “teoría f losóf ca sobre la evolución general” y que, algo
           saturado, le dijo a Engels que él se negaba a “escribir recetas para los bode-
           gones del porvenir”.
              En las primeras páginas de la Historia crítica de la teoría de la plusvalía,
           Marx reconocía en los f siócratas a los fundadores de la economía moderna,
           pero agregaba: “Los f siócratas, sin embargo, incurrieron en el desacierto de ver

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