Page 21 - Carabobo Bajo Palabra
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carabobo bajo Palabra 21
¿Quién le teme a Carabobo?
Todos. La Batalla de Carabobo sobrecoge y paraliza. Demasiada gran-
deza, demasiada gloria, demasiada muerte. Los hombres que se enfren-
taron en el campo de batalla, desde el general hasta el soldado, alcanzan
una dimensión épica, mítica, homérica. Plasmar entonces aquel hecho
histórico en las letras, exige que estas se pongan a la altura de las armas
de aquel día. Y mucho más, a la altura de las almas. Es ese el reto de la
novela histórica y la poesía épica. La exigencia es válida para todas las
artes: narrativa, teatro, pintura, escultura, música o cine. Y a no pocos
el reto los paraliza o los sublima de tal forma que, como dijo Jesús, «no
saben lo que dicen». O lo que escriben. O lo que esculpen. Meterse
como caballero andante de la literatura en el campo de Carabobo es un
riesgo, del que pocas veces se sale bien librado.
Se ha de narrar o cantar la batalla en sí, pero también a los héroes
que la libraron. A los vencedores y a los derrotados. Al ser humano en
su momento de gloria y esplendor y, también, de ocaso y caída. Recor-
demos la frase del Gran Mariscal, Antonio José de Sucre, en Ayacucho:
«Honor al caído, gloria al vencedor». ¿Honor al caído? No todos, ni
siquiera en el campo de batalla de las letras, están dispuestos a tanta
magnanimidad. ¿Cómo exaltar al guerrero que cae y colocarlo en su
magnífica dimensión? Se necesitaría la pluma de Rubén Darío y todo lo
que ello implica para escribir: «Nada más triste que un titán que llora,
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hombre montaña encadenado a un lirio» .
La batalla, los héroes, el valor, el miedo, la temeridad, el sacrificio,
todo eso y mucho más es Carabobo. Entre sus paladines, se yergue la
figura que se extiende sobre el Chimborazo y el Potosí: Simón Bolívar.
[5]_ Rubén Darío, Poesía, Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1985, p. 172.