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20 earle Herrera
Antes volvamos al maestro de América, don Andrés Bello. Para Ca-
rilla, la «“Alocución a la poesía” es la profesión de fe americanista del
poeta (…). En América promete Bello a la musa la vistosidad de su
cielo, de sus climas, de su paisaje primitivo, rico y variado» . Pero ojo,
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Bello no solo ofrece un paisaje para regodeo y solaz de algunos poetas-
descriptivos y detallistas, ni para los amantes de las naturalezas muertas.
América es un mundo en ebullición política y social, donde unos lle-
van tres siglos en busca de El Dorado y otros persiguen utopías. Entre
aquellos y estos, como volcán en erupción, se abren paso los hombres
y mujeres que viven, luchan y mueren por la independencia. Carilla lo
advierte, no nos deja extasiados frente al paisaje:
¿Qué deben cantar los poetas americanos? O, mejor, ¿qué debe
inspirar la poesía americana? Según Bello, sus tierras, sus varia-
dos paisajes (vírgenes de literatura), su rica historia, sus hechos
de armas, la guerra emancipadora… .
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Otra vez, pero ahora en América, el dilema de las armas y las letras
que don Miguel de Cervantes plantea en Don Quijote de La Mancha.
La guerra de independencia genera una particular literatura durante su
desarrollo y a posteriori. En el primer caso, como bien lo señala Carilla,
despuntan los nombres de Bello, Olmedo y Heredia. En el segundo, la
lista se extiende hasta nuestros días. Se narra o se le canta a los héroes
y sus hazañas. En este ensayo, tienta nuestro interés el acontecimiento
histórico que selló la emancipación de Venezuela: la Batalla de Carabo-
bo. Nuestra pluma sigue la huella y el trazo que dejaron otras plumas
mejor dotadas sobre lo que ocurrió en el campo que le da nombre al
prodigioso combate aquel 24 de junio de 1821.
[3]_ Emilio Carilla, ob. cit., p. XVI.
[4]_ Idem.