Page 188 - De Angostura a Colombia EL COMBATE POR LA LIBERTAD Y UNA MAGNA REPÚBLICA EN 1819
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186   Mario Sanoja obediente



             para asesinar a Bolívar. La muerte de Bolívar en 1830 y el colapso de la
             Gran Colombia permitieron a aquella oligarquía conservar el régimen
             semifeudal de propiedad de la tierra, así como también el poder deten-
             tado por la minoría privilegiada bogotana.

               Después de la muerte del Libertador Simón Bolívar en 1830, la am-
             bición de poder colombiana estimuló las tendencias separatistas que ya
             existían en Venezuela y Ecuador que habrían de sellar la disolución de la
             Gran Colombia. Según Baralt, ya en 1821, cuando el Congreso de Cú-
             cuta promulgó la Ley Fundamental de aquella república, dicha Consti-

             tución ni fue recibida en Venezuela incondicionalmente ni con grandes
             muestras de alegría, ya que fracturaba la soberanía del país que quedaba
             dividido en departamentos, privados de leyes propias, colocando el cen-
             tro del gobierno en la distante Bogotá (en Mijares 1962: 71).

               En Venezuela, a diferencia de Colombia, la Guerra de Independen-
             cia, sangrienta y destructiva, desarraigó la sociedad clasista colonial. La
             gesta emancipadora fue vista inicialmente por las y los indios, las y
             los pardos, las y los esclavizados negros y sus descendientes como una
             empresa de los amos mantuanos criollos venezolanos que se rebelaban

             contra España y los españoles peninsulares para fundar su propia repú-
             blica, un nuevo Estado criollo que representase sus intereses de clase.
             Por esta razón, dice Juan Úslar (2010: 1-6), en Venezuela la Guerra de
             Independencia iniciada por los patriotas caraqueños se peleó inicial-
             mente contra revolucionarios sociales “… que no tenían nada que ver
             con el rey de España ni el realismo”. Las personas esclavizadas, asienta
             Acosta Saignes (1986: 36), razonaban con sencillez según los esquemas

             de su conciencia social: “… ¿Cómo pelear por quienes habían sido sus
             explotadores inmediatos? ¿Era posible defender a los señores compo-
             nentes de los Cabildos, si ellos los habían enviado mil veces al látigo, el
             cepo o al hambre…?”.
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