Page 12 - Bolívar como político y reformador social
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Colección
Herederos de Bolívar
veían como una profunda revolución, dirigida a organizar a estos países bajo
nuevas formas de igualdad y justicia.
Tres años después de la victoria decisiva de Carabobo en 1821, el propio
Lancaster llegó a Venezuela para ensayar su sistema. Pero la Municipalidad
de Caracas, que lo había invitado a venir y lo recibió con la mayor cordialidad,
se le mostró después adversa. Bolívar tomó entonces sobre sí la protección
del pedagogo; desde Lima le escribió para alentarlo en su empresa; en otra
carta se quejó al Ayuntamiento caraqueño por haberlo hostilizado; le ofreció
20.000 duros del millón que el Perú le había autorizado a emplear; y como
al fin su letra para saldar esta deuda no pudo ser satisfecha por el gobierno
peruano, dispuso que al venderse las minas de Aroa –lo único que le quedaba
de su patrimonio familiar– se le pagaran a Lancaster 22.000 duros, a lo cual
montaba ya aquella deuda, con sus intereses.
Pero aquélla no era sino una más de las numerosas ocasiones en que el
Libertador demostraría su interés por la educación.
Muy conocido es el apremiante aforismo que estableció en su discurso
ante el Congreso de Angostura: “Moral y luces son los polos de una República,
moral y luces son nuestras primeras necesidades”.
En aquellos momentos la victoria frente a los realistas estaba más que
nunca comprometida, y los ejércitos republicanos carecían de todo –no sólo
de armas, sino también de calzado, de ropa y hasta de alimentos–, pero éstas
no eran para Bolívar las primeras necesidades, sino la moral y la educación.
Siempre sus miradas fijas en el porvenir; en la organización social y política
que debía darse a estas Repúblicas después del triunfo. Y porque esa Refor-
ma de la sociedad –como la llamaba don Simón Rodríguez– era el verdadero
objetivo y la única justificación de la devastadora guerra que se sufría.
Otra observación que considero de gran valor subjetivo es ésta: que
Bolívar ha sido considerado muchas veces como un rousseauniano, y en gran
parte lo era; pero que acerca de la educación había meditado tanto por su
propia cuenta, que así como no vacila en separarse de su maestro al juzgar el
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