Page 86 - América Latina. Huellas y retos del ciclo progresista
P. 86

de hecho ocurre el día de hoy–, mientras que, por otro lado, si deci-
            dimos romper con este orden hegemónico debemos tener presente
            que no se trata sólo de garantizar la satisfacción de necesidades de
            las mayorías, sino de desarrollar nuevas formas de producir y repro-
            ducir las condiciones materiales bajo formas de gestión que des-
            cansan en tales mayorías. Se trata de un metabolismo alternativo
            que se reproduzca cotidianamente en la vida de nuestros pueblos.

            Sobre todas nuestras luchas como una sola
            Las luchas estudiantiles, obreras, de desempleados, de comuni-
            dades campesinas e indígenas, marcaron el ciclo de movilización,
            siendo punto de partida de un sujeto territorial que expresa la di-
            versidad de un pueblo, que en esta etapa del modo de acumula-
            ción del capital ya no es ni el sujeto de la fábrica ni el campesino
            prioritariamente, sino que son un poblador y una pobladora que
            viven en territorios populares. Así han venido emergiendo nuevos
            movimientos como el de mujeres, sexo-diversidad o movimientos
            urbanos, que frente al reflujo y el avance del proyecto del capital
            se han replegado y sostenido sus luchas desde varios discursos: la
            corporativización, que implica el desarrollo de agendas sectoria-
            les con reivindicaciones en términos de marcos jurídicos, políticas
            públicas y acceso a recursos financieros –o no– para el desarrollo
            de sus proyectos o políticas; el localismo, que supone el repliegue
            al trabajo territorial con disputas similares a las sectoriales pero
            sobre la localidad; la institucionalización burocrática, que supone
            la  disputa  política  –institucional–  con  herramientas  en  clave  de
            partido o movimiento político para lograr disputar posiciones del
            Estado por vía electoral.
             Hay un consenso discursivo sobre mirar todas las luchas del pue-
            blo como una sola, pero en los últimos años no hemos avanzado en
            coordenadas comunes más allá de movilizaciones reivindicativas o
            escenarios coyunturales. Asistimos a los límites de las declaracio-
            nes que se dirimen entre antiimperialismo, anticapitalismo, antipa-
            triarcado, antirracismo, anticolonialismo, etc.
             En la práctica, hemos estado esquivando un debate de tres po-
            siciones contrapuestas y que han estado compitiendo. La primera
            es la idea de que una posición marxista orienta la lucha de clases
            a la cual se subordinan todas las demás relaciones de opresión; la
            segunda, prioriza la confrontación con uno de los sistemas de do-
            minación existentes –imperialismo, capitalismo, patriarcado, colo-
            nialismo, racismo, depredación de la naturaleza, etc.– y condiciona


            86
   81   82   83   84   85   86   87   88   89   90   91