Page 132 - América Latina. Huellas y retos del ciclo progresista
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modelo basado en los recursos naturales y en la venta de los produc-
            tos básicos primarios a un modelo en el cual le agreguemos valor a
            lo que tenemos a través de nuevas cadenas sociales y políticas de
            reindustrialización. En cualquier caso, en políticas en las cuales no
            podemos prescindir de un papel protagónico por parte del Estado.
             Aparece como desafío entonces la necesidad de que los ajustes
            económicos no se hagan por cuenta de la restricción, del sacrificio de
            la inversión social, sino en otros sectores. Y, por supuesto, el mayor
            compromiso de los gobernantes es que esos 100 millones de surame-
            ricanos –y, en general, 120 millones de latinoamericanos– que deja-
            ron de ser pobres, no vuelvan a su condición de pobreza.
            ¿Qué rol han jugado los organismos regionales de integración en
            general, y Unasur en particular, en estos dos momentos de la eta-
            pa que menciona?
            Los organismos como la Celac, Unasur, Mercosur, la Comunidad An-
            dina, la Alianza del Pacífico y el ALBA jugaron un papel importante
            para acompañar el crecimiento que mencionaba, impulsando unos
            proyectos sociales que a lo largo y ancho de toda la región hicieron
            sentir que el tema de la desigualdad seguía siendo uno de los mayo-
            res desafíos hemisféricos.
             Luego, en esta época de destorcida, el papel de los organismos
            ha sido distinto, porque mientras la mayor parte de los procesos
            regionales  de  integración  tienen  como  objetivo  alcanzar  niveles
            más altos de crecimiento económico, quizá el único mecanismo
            de integración que fue diseñado precisamente para conjurar este
            tipo de crisis estructurales fue Unasur. Unasur, de hecho, tuvo un
            nacimiento político: nació de alguna manera para corregir los pro-
            fundos desequilibrios que produjo la aplicación de recetas neo-
            liberales en 1980 y 1990. Unasur nació también para llenar los
            profundos vacíos que había dejado en el siglo pasado un sistema
            interamericano de desarrollo  que  privilegiaba a los países  más
            grandes, sin tener en cuenta las asimetrías de la región, y unos
            vacíos que venían de la época de las dictaduras, que eran vacíos
            de democracia, que fueron llenados a través de elecciones demo-
            cráticas durante todos estos años.
             En ese panorama, la tarea de Unasur ha sido preservar el escenario
            de una región de armonía para Suramérica, una región que consoli-
            dó su vocación con los acuerdos de paz en Colombia, consiguiendo
            que se mantuviera la continuidad democrática en la región a pesar de
            la existencia de unos poderes fácticos como son los grandes conglo-
            merados comunicacionales, grupos económicos, jueces y fiscales ju-

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