Page 66 - Yo quiero ser como ellos
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internacional que obtendría Gabriel García Márquez llevaría el
nombre del gran novelista venezolano. En efecto, Cien años de soledad
sería galardonada con el Premio Internacional de Novela Rómulo
Gallegos, en 1972. Y por si fuerapoco, para que no olvidara nunca su
crónica sobre la candidatura de Gallegos al más importante premio
universal, el propio García Márquez obtendría el Nobel de Literatura
en 1982. Ya el maestro había muerto.
Cuando recibió el “Rómulo Gallegos”, en su breve discurso,
el Gabo definió a sus amigos venezolanos como “cojonudos y
mamadores de gallo hasta la muerte”. Años después revelaría que fue
aquí, en esta tierra de gracia, donde el coronel Aureliano Buendía hizo
32 revoluciones y las perdió todas.
Por “esta tierra levantisca, de hombres retrecheros”, como nos
caracterizara Andrés Eloy Blanco, anduvo Gabriel García Márquez
cuando era feliz e indocumentado, en su largo trajinar de periodista
trotamundos. Aquí vivió, aquí escribió, aquí hizo periodismo.
Hoy, cuando decide ascender a los cielos de Macondo,
siguiendo en su levitación a Remedios, la bella (nuestra novia secreta
del amor entrelíneas), nos coleamos en el tributo universal que se
le rinde y chocamos la mano del Gabo porque, con la magia de
sus letras, hizo y hace más feliz el mundo del que, alguna vez, nos
quisimos bajar incitados por el grito de Mafalda.
Comiendo pescaditos de oro con el Gabo
En una avenida de La Guaira perdí la oportunidad de conocer
en persona al autor de mi novia secreta: Remedios la Bella. En la
ficción, ya tenía con él una vieja y cómplice amistad. Fungía yo de
jefe de redacción, por los años 80, de la revista literaria Sin Límites,
cuyo director era el escritor y amigo Juan Páez Ávila. Teníamos, entre
tantos otros, a un colaborador de lujo: Gustavo García Márquez,
hermano del Gabo.
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