Page 62 - Yo quiero ser como ellos
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PARA ODIARTE MEJOR,
                             EDUARDO GALEANO










                 Nuestro admirado amigo, Salvador Garmendia, novelista y
            cuentacuentos de primera línea, allá por el agitado 1969, escribía
            a su colega Eduardo Galeano: “Un setenta por ciento del país vive
            marginado de todo. En las ciudades prospera una atolondrada clase
            media con altos sueldos, que se atiborra de objetos inservibles, vive
            aturdida por la publicidad y profesa la imbecilidad y el mal gusto en
            forma estridente”. El texto garmendiano entró en el torrente de Las
            venas abiertas de América Latina.

                 Antes, Salvador preguntaba a su compañero de oficio: “¿Has
            visto un balancín, el aparato que extrae el petróleo crudo? Tiene
            la forma de un gran pájaro negro cuya cabeza puntiaguda  sube y
            baja pesadamente, día y noche, sin detenerse un segundo: es el único
            buitre que no come mierda”. En verdad, el excremento del diablo
            fue bautizado  “oro negro” y, antes de que el pajarraco lo digiriera,
            era enviado a precios vilesa la panza insaciable de Estados Unidos.

                 Revolver todo eso incomoda. De súbito, Eduardo Galeano
            se encontró como el coronel Aureliano Buendía, frente al pelotón
            de fusilamiento. Sólo que ya todos conocíamos el hielo. El puesto de
            vanguardia que cobró su libro por un gesto de Hugo Chávez, estremeció
            a la derecha internacional, al escualidismo vernáculo y macdonald, como
            a esa intelectualidad masoquista y ambigua, ayer reprimida por AD y la
            oligarquía y hoy a la cola de esa oligarquía y de AD (léase pacto de Punto
            Fijo con sus nuevos agregados).

                 El libro de Galeano en manos de Obama resultó una



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