Page 17 - Yo quiero ser como ellos
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se cohíbe, las palabras no vienen y las musas, si es que existen las
musas, se achican. Grandes escritores han tenido rotundos fracasos
al intentar llevar a la novela o al ensayo, al teatro o al cine, la vida y
la obra de los grandes personajes de la historia.
Nos vienen a la memoria tantos intentos fallidos de los
que han decidido escribir sobre Simón Bolívar o Jesucristo. El
Libertador supera la ficción que lo intenta novelizar o la poesía
que busca elevarlo o sublimarlo. Una gran poetisa uruguaya, Juana
de Ibarbourou, escribía:
“Avergüenza decir: ‘voy a hacerle un himno a Bolívar”.
¡Es tan menguada la voz de los hombres
Para alzarla en elogio de los héroes!
Según la escritora, se necesita ser un Rubén Darío para
hacerle un himno a Bolívar, esto es, ser un prócer en la poesía,
como lo fue Bolívar en la Historia. Esta revelación hace mucho
más difícil nuestro trance porque el Gran Mariscal de Ayacucho
no sólo es un héroe de la América toda, sino que sobre él, además
de escritores y poetas, escribió nada menos que el más grande de
los héroes: el propio Libertador Simón Bolívar. Después de las
palabras de Bolívar sobre el vencedor de Ayacucho, ¿qué escribir?
¿Qué decir?
¿Por qué entre todos los héroes americanos, solo Antonio
José de Sucre mereció la atención de la pluma del mayor de los
héroes de América?
¿Qué escribir, qué decir, qué agregar a la Biografía que de
Sucre hace Simón Bolívar; qué añadir a lo dicho en este párrafo
magnífico:
El General Sucre es el Padre de Ayacucho: es el redentor de los
hijos del Sol; es el que ha roto las cadenas con que envolvió Pizarro
el imperio de los Incas. La posteridad representará a Sucre con un
pie en el Pichincha y otro en el Potosí, llevando en sus manos la cuna
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