Page 112 - Yo quiero ser como ellos
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está enseñando siempre con un rostro mal encarado. Consideraba,
a pesar de que en su apariencia personal algunos creían que
siempre andaba bravo, que el humor era un buen instrumento de
la comunicación oral y escrita.
De su pluma salieron muchos artículos en defensa de
la autonomía universitaria, cuando esta recibió el zarpazo del
allanamiento. Esa Universidad que fue su casa, la Universidad
Central de Venezuela, casi durante los 30 años en que él dio clases,
lo hizo rodeado por la policía o el ejército. Escribió unos 30 libros
para las generaciones de su tiempo y las futuras. En bibliografía
imprescindible se convirtió La comunicación impresa: Teoría y
práctica del lenguaje periodístico, una obra muy buscada en las
Escuelas de Comunicación Social de Venezuela y de América
Latina.
Fue uno de los primeros, quizás por su terruño, por su
condición de barinés, que escribió acerca del autor de Florentino
y el Diablo, del poeta Alberto Arvelo Torrealba. En su ensayo
titulado Aquellos mundos tersos, estudia la obra de ese gran poeta
venezolano, en muchos casos incomprendido, a veces por la poesía
cultista, a veces por la poesía popular, porque Alberto Arvelo
Torrealba supo conjugar esa doble condición de ser un poeta
del llano y un poeta culto, y eso es lo que nos revela en Aquellos
mundos tersos su paisano, Alexis Márquez Rodríguez.
Se dedicó también al estudio afanoso y minucioso de la obra
de Alejo Carpentier, el autor de Los pasos perdidos y de todo un
monumento narrativo latinoamericano. Quizás no haya un trabajo
de investigación sobre Carpentier como el de Alexis Márquez
Rodríguez, con todo lo que aportó el gran narrador cubano a la
literatura hispanoamericana y a lo que él llamó lo real maravilloso
americano. Eran otros tiempos.
Tuvimos la suerte de vivir un tiempo privilegiado, cuando
la Universidad Central de Venezuela estaba abierta a las grandes
plumas del continente y de Europa. Siendo estudiante, me enteré
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