Page 117 - Yo quiero ser como ellos
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el Diablo”; tal el dolor y el golpe vallejeano que sufriera Orlando
            con la partida de su compañero de viaje. No llegaré a tanto, pero
            la jugada del destino fue artera. Sin embargo, tú entre ellos, hay
            hombres que trascienden su destino. La vida, la obra, la lucha,
            perduran más allá de toda ausencia. A cada rato tus camaradas
            te citan, invocan tu ejemplo. A cada rato, tu presencia está allí, en
            el combate de tus compatriotas y en su cotidianidad, en la batalla
            nuestra de cada día. A cada rato, alguien acota:  “Como decía
            Willian Lara…”.

                        El llano, por las tardes, se viste de nostalgia. El invierno
            esparce puro campo en sus olores. La escuelita de El Sombrero
            queda lejos, como lejos está tu infancia, cuando recogías guayabitas
            sabaneras por el día y perseguías cocuyos por la noche. Cuán lejos
            estaba entonces la República Bolivariana que fundaste con otros
            hacedores de sueños. Y cuán cerca está ahora, pueblo adentro,
            como diría el poeta Ramón Palomares, lo más del corazón.

                        Esa obra te hace perdurable. Tu gallarda posición el día
            de la canalla, ese 11 de abril de 2002, con su noche de oprobio y su
            lúgubre amanecer con un sátrapa en Miraflores. Fue otra batalla
            que libraste y ganaste con tu pueblo. El mundo escuchó de tu voz
            cuando ninguna voz se oía: “Les habla Willian Lara, Presidente de
            la Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela”.
            Subrayar “bolivariana”, poner énfasis en su pronunciación,  fue
            todo un mensaje que el pueblo venezolano entendió perfectamente
            y actuó en consecuencia.

                        Las circunstancias de un abril aciago te colocaron allí
            y actuaste a la altura de las circunstancias. Como buen llanero y
            como solías repetirlo, fuiste del tamaño del compromiso que se te
            presentó. Lo demás fue un río crecido, Willian, y la noche. Pero los
            ríos son “caminos que andan”. Y así, caballero andante, tú regresas
            en cada combate para el que tu pueblo te reclama. Regresas en
            mis versos, en la amistad, en esta crónica,  digo, y no hay lágrimas
            porque se lo prometí al llano.

                 Carta a Willian Lara más allá de Willian

                 “Buenas noches, les habla Willian Lara…”
                                                                           Compatriota  y amigo Willian

                    Tu cara fue la cara del país, tu voz la voz del pueblo herido,


                                                                  117
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