Page 80 - Vida ejemplar de Simón Bolívar
P. 80

Vida ejemplar de Simón Bolívar

                  Más grave que esta explotación subalterna es la explotación
               ideológica, la que falsea el pensamiento de Bolívar mutilándolo
               o tergiversándolo, para servir a puntos de vista personales. Es
               la de los historiadores militantes, que apenas son historiadores,
               porque primero son políticos. No se han desprendido de la acti-
               vidad coetánea, y combaten en pro, en contra o al margen de los
               ideales del Libertador, pero invocando su pensamiento. ¿Cuál es
               ese pensamiento?
                  Abundan los documentos de Bolívar, sobre todo sus cartas, en
               definiciones precisas, sentencias justas, máximas de un moralista
               que predica a plena luz, no en la estrechez del gabinete, ni en las
               penumbras del oratorio. Piensa claro y habla claro. Se han extraído
               de sus escritos y de sus arengas pensamientos, máximas, conceptos.
               Se han formado colecciones de ellos y se les ha propuesto por guía
               para las naciones, de permanente actualidad.
                  No es del todo plausible. Bolívar no pensó jamás en formar
               un cuerpo de máximas, de valor absoluto. Pensaba actuando y su
               pensamiento, elevado siempre, se ajusta a la realidad inmediata
               y urgente. Aislar sus conceptos, aplicarlos sin discernimiento,
               implica a veces falsear su intención, desfigurar su pensamiento.
               Es lo que han hecho algunos, de buena fe. Lo que han hecho
               otros de propósito deliberado, para justificar con la autoridad
               de Bolívar sus puntos de vista o sus mezquinos intereses. Si la
               vista de Bolívar estuvo fija siempre en la misma estrella alzada
               sobre el horizonte, la marcha por la tierra, cuajada de accidentes
               y de obstáculos, le exigía cambios de dirección que no obstan
               al itinerario principal. No habría sido gran político, no habría
               realizado su obra, no habría sido siquiera hombre inteligente, si
               desdeñando o ignorando las circunstancias, hubiera pretendido
               seguir una línea inflexible. Fue militar de la vida como lo fue de
               la guerra. Arrollaba los obstáculos cuando era preciso. Los flan-
               queaba si convenía a sus fines.
                  La palabra iba con la acción, a su lado, precediéndola o
               siguiéndola, a la manera de la caballería que despeja el camino,
               decide la batalla y persigue al enemigo. Y la palabra actuaba
               ciñéndose a la dificultad, a la posición del contrario, o del amigo,
               aprovechando las circunstancias del terreno. En tierra, la marcha
               en línea recta es mera abstracción. En el mar, la marcha de los




                                         79
   75   76   77   78   79   80   81   82   83   84   85