Page 77 - Vida ejemplar de Simón Bolívar
P. 77

LAS CARICATURAS DE BOLíVAR


               La innegable sugestión que la personalidad de Bolívar ejerce
            después de su muerte, hermana de la que ejerció por vida, induce
            en espíritus débiles la tentación de remedarle, no seguirle. Ciertos
            actores que repetidamente han caracterizado en las tablas a
            un gran personaje, acaban por caracterizarlo en la vida diaria,
            poniéndose en ridículo. No podían faltar, y no han escaseado en
            la vida venezolana, los remedos, las caricaturas de Bolívar.
               Es interesante discriminar delante de vosotros lo que signi-
            fica seguir el gran ejemplo y lo que significa el triste remedo. Lo
            primero puede conducir a la grandeza. Lo segundo lleva inme-
            diatamente al ridículo. Hay fuerza en seguir el gran ejemplo. Hay
            debilidad en remedar los actos o las actitudes del grande hombre.
               El ejemplo tonifica. Estimula las propias fuerzas, dejándolas
            obrar conforme a su naturaleza. Desarrolla la personalidad. El
            remedo, confesión tácita de la falla o de la ausencia de persona-
            lidad, debilita aún más la escasa potencia del imitador.
               Es clásica, y ya lugar común de la historia, aquella agrupación
            de grandes capitanes, arrancada a la antigüedad y a la moder-
            nidad. Alejandro, César, Napoleón. Con frecuencia se agrega a
            Bolívar. Se han apuntado las semejanzas y se ha planteado la tesis
            de que los venidos después a la historia tomaron por imitación
            algunos rasgos del antecesor. Aún se han hecho valer episodios y
            anécdotas cuya veracidad no es posible comprobar. Respecto de
            Bolívar, con toda claridad historiadores sutiles han querido ver en
            muchos de sus actos imitaciones napoleónicas. Bolívar rechazó
            desde el punto de vista político toda asimilación a Bonaparte,
            primero republicano, después emperador. Tales historiadores han
            proclamado que era habilidad política de Bolívar repudiar en
            público los procederes de Napoleón, mientras en su fuero íntimo
            se prometía imitarlo. “Feliz el hombre de quien no se puede
            calumniar sino las intenciones”.
               Es difícil concebir a un grande hombre apelando en ocasiones
            tremendas a la repetición de un acto o de una palabra de otro
            grande hombre. Parece más racional pensar que en circunstancias


                                      76
   72   73   74   75   76   77   78   79   80   81   82